sábado, 8 de agosto de 2020

Yishai Sarid, El monstruo de la memoria

Empezaré por el final, hacía tiempo que no me sorprendía tanto un final como el de El monstruo de la memoria. Por razones evidentes no puedo comentarlo, tampoco sé si se entendería esa sorpresa si no se ha leído la novela.


Hace tiempo que tengo muchas pegas a la importancia que se da a la memoria histórica, más de una vez he afirmado que es un oxímoron y que o es memoria o es historia, pero no ambas cosas. Es evidente que me inclino por el rigor de la historia, es bien cierto que un exceso de historia crítica puede menoscabar el consenso sobre lo que una sociedad necesita recordar u olvidar. 

La memoria me incomoda porque hace tiempo que he detectado que se busca rescatar el pasado para servir al presente y al futuro. Por ello, como señala Jacques Le Goff , no sorprende que los ejercicios colectivos de rememoración histórica se parezcan mucho más al mito, por un lado, y a la propaganda política, por el otro, que a la historia. No voy a defender aquí la superioridad de la historia por su supuesta objetividad, pero sí que es cierto que esta disciplina cuando se hace con propiedad siempre es crítica y sus reflexiones (aunque algunas veces pueden ser útiles a la sociedad) no pretenden ser instructivas.

¿Qué plantea la novela de Yishai Sarid? Un narrador-protagonista, un historiador israelí, escribe una carta en la que el experto se dirige al presidente de Yad Vashem, una institución de Israel que tiene el objetivo de mantener viva la memoria de las víctimas del Holocausto. En esta carta hay una profunda reflexión sobre el papel de la memoria que él se ve obligado a sostener al convertirse en un experto guía de grupos (sobre todo alumnos/as de enseñanza secundaria) que visitan en Polonia los campos de exterminio. 

Conforme estas visitas guiadas se multiplican, el protagonista se va dando cuenta de que se ha convertido en una especie de relator de la memoria oficial y se rebela ante ese papel. Hay un hecho que le hace darse cuenta que la memoria se puede convertir en un monstruo (al estilo del «sueño de la razón produce monstruos» de Goya): la opinión de un adolescente, de uno de los grupos que guiaba, que plantea tranquilamente que creía que «para sobrevivir también tenemos que ser un poco nazis».

Este y otros hechos le van desvelando que la autoridad de la memoria colectiva depende de que no se indague con excesiva insistencia en los datos objetivos y de que no haya excesiva preocupación sobre su contingencia, y de que en cambio se permita ser arrastrados por intensos sentimientos revestidos de los variados hechos históricos. 
«Me asqueaba tanto mito, tantas ideas, aquella curiosidad enfermiza» (p. 116).
Para evitar esa simplicidad, esquematismo y mitificación, el protagonista intenta dar explicaciones más profundas y complejas, planteando a la vez preguntas incómodas. Este cambio de posición le empezará a provocar problemas entre los grupos que guía, hasta llegar al sorprendente final.

10 comentarios:

  1. ¿Cuánto se tarda en olvidar un Holocausto? Según iba leyendo me he acordado de mi visita a Auschwitz. El guía que nos tocó fue correcto en su información pero era muy robótico. Aquello no era ficción. Cada día repetirá lo mismo y hará las mismas paradas. Fue todo extraño. Le acompañaba la directora del museo del campo y en más de una ocasión sentí la necesidad de dirigirme a ella. Me fui con la sensación de quien va a ver un show. Sólo han pasado dos generaciones desde el Holocausto y muchos jóvenes no saben nada de todo aquello. Dentro de nada, la gente leerá libros sobre el Tercer Reich y el Holocausto como lo hacemos hoy día sobre las guerras napoleónicas, por decir algo.
    Buscaré este libro.
    Un abrazo.

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    1. No sé cuanto se puede tardar en olvidar el Holocausto. Depende de quién estemos hablando, la población en general es posible que lo olvide relativamente pronto, la intelectualidad (incluidos historiadores/as) no creo que lo olvide en mucho tiempo.

      Yo también visité Auschwitz y me conmocionó estar allí, se me puso un nudo en la garganta y no lo deshice hasta que, por fin, lloré. A mis alumnas/os siempre les he dicho lo mismo: no esperéis encontrar algo en el campo que os emocione, tenéis que llevar en la cabeza donde vais a entrar, empatizar con lo que vais a ver y respetar el lugar que vais a pisar.

      El libro es una interesante reflexión sobre lo que estamos hablando.

      Un abrazo.

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  2. Aqui tenemos el caso de los origenes, el desarrollo y las consecuencias de la Guerra Civil... Acercarse a la Historia desde las creencias politicas actuales no lo tengo claro. Prefiero que el acercamiento se haga desde la Historia y que surja la verdad real, no la verdad interesada. Yo me entiendo
    Un abrazo, amiga

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    1. Yo también prefiero el acercamiento desde la Historia crítica, sin despreciar las fuentes orales que aportan una visión personal y subjetiva pero rica y llena de vida (en todo caso, ya no hay testimonios orales vivos).

      Un abrazo!!

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  3. No hay verdad, la verdad es un mito. La historia positivista quería que la historia fuera casi el espejo de las fuentes documentales. El marxismo necesitaba meter la historia en un molde ideológico previamente establecido. La escuela de los Annales de Marc Bloch y Lucien Fevre, con todos sus defectos, al menos aceptaba el hecho de una historiografía debe ser poliédrica y en ella se pueden combinar diferentes fuentes incluyendo la historia oral. La memoria es solo memoria, pero la memoria de varios es parte de una historia mayor.
    Mi visión de la historia no dista de la visión de Orson Welles en Ciuadano Kane o de Akira Kurosawa en Rashomon. La historia solo puede dar una visión incompleta y multiforme de la realidad.
    Saludos

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    1. No soy tan relativista como tú.
      Comparto con Foucault el método de la Genealogía: las verdades son indagadas en la persistencia y discontinuidad de las prácticas históricas y en sus efectos.
      La verdad es de este mundo, cada sociedad posee un régimen de verdad y existe un auténtico combate por la verdad. Por verdad no entiendo cosas verdaderas que hay que descubrir, sino el conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero efectos políticos de poder.
      La Genealogía es la práctica de indagación que apunta a descifrar el modo en el que verdad-objetividad científica y subjetividad se coimplican en el espacio social. El primer efecto de esta perspectiva es la caída de la ilusoria independencia del saber con respecto al poder.

      Saludos.

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  4. Lo encuentro muy interesante. No se mucho de historia o de memoria pero si de guías turísticos que versionan. En México estuve a punto de asesinar a uno.
    Un abrazo

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    1. Pues esta novela te va a interesar desde esa perspectiva (la de los guías). Con lo pacífico que tú eres debió hacerla muy gorda.

      Abrazos!!

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  5. No, no, que no puedo, que han abierto una librería de viejos en el pueblo y tengo lecturas hasta Navidad. Bueno, me la apunto para Reyes, he, he.

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