jueves, 28 de septiembre de 2017

KLAUS MANN, Mefisto

Una novela escrita en 1936, antes de que el nazismo llegara a una sinfonía de crueldad nunca vista antes. Fue publicada en la RDA en 1956 y no pudo ser publicada en la RFA hasta 1980. El motivo fueron los pleitos de un actor, Gustav Gründgens, que consideró que Mann se inspiraba en él para construir el personaje que protagoniza esta novela, el actor Hendrik Höfgen, Mefisto




El valor de esta novela se sitúa en dos aspectos, la indagación de la vida interior de un arribista y oportunista, Höfgen, que desarrolla su arte para la simulación en la vida real, adaptándose a los cambios políticos que se producen en Alemania entre los años veinte y treinta. A Höfgen le va como anillo al dedo el papel de Mefistófeles, enviado de Lucifer para capturar almas y ponerlas a su servicio. Es la representación más refinada del mal, posee una mente fría, racional y lógica, es un ser amoral. Höfgen pasa de ser comunista, revolucionario, bohemio y estrafalario a ser el cómico mimado de una de las autoridades máximas del nazismo y a cosechar grandes éxitos en ambas ocasiones. 

El segundo aspecto interesante de la novela es el retrato de la época, centrada en los momentos inmediatamente anteriores y posteriores de la llegada al poder del Partido Nazi. Nos aproxima de forma clarividente a lo que era (y fue) el nazismo en los años siguientes a 1933 y a las razones del triunfo del nacionalsocialismo en Alemania. Igual que Höfgen, miles de alemanes se adaptaron, fueron capaces de convivir cotidianamente con la barbarie, haciendo como que no sabían nada y medrar como el cómico. Millones de alemanes aceptaron el nazismo porque solo vieron las oportunidades personales que se les abrieron con la llegada al poder de los nazis. 

El amado Führer tiene los brazos cruzados. Bajo la frente, hundida pérfidamente, su mirada ciega, cruel y obstinada pasa sobre el gentío que, a sus pies, murmura plegarias. El jefe de propaganda grazna y el ministro de los aviones [el protector de Höfgen] sonríe sardónico. ¿Qué lo pone de tan buen humor? ¿Qué le hace aparecer tan limpio? ¿Piensa en ejecuciones, busca en su fantasía calenturienta nuevos y desconocidos métodos de aniquilación?

Una novela que impresiona, que deja un regusto muy amargo al finalizar su lectura, un Mefisto difícil de olvidar.

lunes, 18 de septiembre de 2017

JÓN KALMAN STEFÁNSSON, La tristeza de los ángeles.

El descanso se ha alargado más de lo que pensaba y vuelvo con cierto desánimo provocado por un verano complicado. Las circunstancias que me han envuelto han provocado que no sintiera ganas de este espacio que tanto me gusta.

Pese a todo, he leído.

Siempre he sabido que la lectura me salva, este verano lo he comprobado.

He tenido pocas ganas de escribir las reseñas de los libros, pero algo he escrito de cada uno, espero transmitiros ganar de leer.

¿El título era una premonición? 



Este segundo libro de la “Trilogía del muchacho” me ha interesado más que el primero (que me gustó bastante). Una parte importante del libro es el camino del Muchacho y Jens, el cartero, para entregar la correspondencia en la zona oeste de Islandia. Es casi primavera pero el frío, la nieve, las ventiscas y la dureza del final del invierno lo invaden todo. El camino es tan duro que se va creando un vínculo afectivo entre el Muchacho y Jens que no era previsible por el carácter del cartero.

Me he anotado algunos párrafos que he apuntado en la libreta resaltando la palabra clave y, casi, se ha formado un poema: 

Literatura, mar, libros, palabras, frío, reino de los cielos (de nuevo libros), silencio, mujeres, ser humano.

Algunos de estos párrafos: (…) la literatura no nos hace humildes sino sinceros, esa es su naturaleza y ahí radica su importancia (16). 
El océano respiraba con pesadez en alguna parte, ahí fuera, en la nevada que cubría el mundo y lo engullía todo. (…) por encima del temporal se oía con claridad la respiración del mar, la inhalación profunda de una bestia sin alma, cofre lleno de tesoros y tumba de miles de hombres (25)
Hay libros que son entretenidos pero que no remueven nada en las personas. Luego existen otros que te hacen dudar, que te dan esperanza, que amplían tu mundo y te enseñan lo que es el vértigo. Ciertos libros son esenciales, otros son un divertimento (26).
Los dos hombres están callados, el muchacho por timidez, Jens porque prefiere el silencio sobre todas las cosas, el silencio es un refugio, le da paz (193).