viernes, 30 de septiembre de 2016

NATALIA GINZBURG, Léxico familiar

De esta autora había leído Las pequeñas virtudes un texto a medio camino entre el ensayo y la autobiografía como es el caso de este Léxico familiar. En el primero que leí (y que no recuerdo por qué no reseñé pese a leerlo hace un año) se reunían once textos de diversos temas en los que está muy presente Cesare Pavese, razón por la cual empecé a interesarme por leerlo. En esta obra que comento ahora también está presente este escritor y ofrece sugerencias para comprenderlo mejor. 


Resulta interesante la manera en la que Ginzburg entreteje su vida con su manera de pensar y, especialmente, la de las personas que la rodean ya que sobre ella habla poco. El tema de la autora por lo que llevo leído es el ser humano y su manera de comportarse y de pensar, ese es el “objeto” que le interesa sin duda alguna. 

La autora 

Nacida en Palermo en 1916 pronto se trasladó a vivir a Turín y luego, ya casada con Leone Ginzburg, vivió en Roma hasta que su marido fue asesinado en una cárcel de la capital por las fuerzas fascistas. Trabajó durante muchos años como redactora para la editorial Einaudi, en su sede en Roma, y allí murió en 1991. Léxico familiar fue publicado en 1963 y recibió el Premio Strega. 


La obra 

Léxico familiar contiene a Natalia y ella es aquellos que fueron antes de mí (Prólogo, 9). A la vez somos cada una de nosotras puesto que a través de lo cotidiano logra explicarse y explicarnos. Nada de lo que escribe nos resulta ajeno. Su manera de escribir se aproxima a la confidencia entre personas amigas, Ginzburg nos habla de su vida íntima y de la de su familia, los Levi. En las pequeñas confidencias familiares encontramos la dimensión universal de lo ocurrido en Italia durante el auge del fascismo y la guerra. Todo lo que aparece es real, sin embargo la autora pide que sea leído como una novela y así lo he hecho yo. 

La autora afirma que no es un libro sobre ella sino sobre su familia, los Levi, una familia judía y antifascista que vivió en Turín entre 1930 y 1950. El padre, profesor y científico, considera al Proust que lee su mujer (y que le resume a su marido) como un cataplasma. Sus hijos/as y mucha de la gente que le rodea es difícil que se libre de ser un borrico, los recuerdos sobre el padre y su manera de ver la vida son realmente divertidos. 

Un fragmento sobre Pavese 
Al amor y a la escritura se entregaba sin embargo con un estado de ánimo tan enfebrecido y tan calculado que nunca sabía reírse de ellos ni llegar a ser él mismo por completo. Y a veces, cuando ahora pienso en él, su ironía es lo que más recuerdo y lloro, porque ya no existe: de ella no queda ningún rastro en sus libros, y solo es posible hallarla en el relámpago de aquella maligna sonrisa suya (238). 
El padre de Natalia siempre les decía a sus hijos/as… 
Os aburrís porque no tenéis vida interior (24). 
Leerla es adentrarse en la gente común, en nosotras mismas.

viernes, 23 de septiembre de 2016

RADKA DENEMARKOVÁ, El dinero de Hitler

Un título que capta la mirada 

Casi hasta el final de la novela no sabemos la razón del título, en la página 193 de 206 páginas, la autora nos lo aclara. El dinero del Fondo Checo-Alemán para el Futuro que ofrecen a la protagonista por los años pasados en el campo de concentración, es considerado como dinero de Hitler. Y no añado más para no desvelar nada importante si leéis la novela.


¿De qué trata la novela? 

La historia está narrada en primera persona por la protagonista, Gita Lauschmannová que nos explica su vida en dos momentos, “Primer regreso, verano 1945” y varios regresos (del segundo al sexto) en verano y otoño de 2005. En la primera parte Gita tiene 16 años, regresa a su casa desde un campo de concentración tras sobrevivir al Holocausto y se encuentra con su casa ocupada por otra familia. Estamos en Puklice, un pueblo de los Sudetes checos de habla alemana y por ello objetivo temprano de Hitler para incorporarlo, como así ocurrió, al III Reich. 

Gita cree que cuando se identifique todo se aclarará y podrá instalarse en su casa a la espera de otros sobrevivientes de su familia, pero se encuentra con que sus bienes han sido repartidos y ella (y su familia) son acusados de ser alemanes por hablar dicha lengua. Pese a que está a punto de perder la vida alguien le ayuda llena de remordimientos y logra huir de nuevo hacia el campo. Un regreso que se tiñe de la mayor mezquindad y crueldad posible para alguien que ha perdido todo. 

Con 76 años Gita decide regresar de nuevo para hacer justicia, el comunismo había caído en Checoslovaquia y en el bloque socialista de Europa oriental y Gita se siente con fuerzas para regresar. Toda una vida afectada por lo ocurrido tras la ocupación nazi de los Sudetes y, especialmente, el Holocausto ira apareciendo ante nuestro ojos con toda su dimensión trágica.

La protagonista… 

Quizás lo más sorprendente es que resulta difícil empatizar con Gita, no porque no sea una víctima, que lo es, sino por el daño irreparable que el campo de concentración y todo lo que ocurre después a lo largo de su vida le causa. Una experiencia que anula a cualquier persona y de la que parece imposible poderse recuperar, esa fue la verdadera tragedia de los supervivientes y la razón por la que muchos se suicidaron.

A ello hemos de añadir la injusticia sufrida durante el régimen socialista que desdibujó la persecución sufrida por la población judía para dar relevancia a la heroicidad de los que lucharon para derrotar al nazismo. Parece claro que no debería ser incompatible el reconocimiento del sufrimiento de todas aquellas personas que fueron perseguidas y exterminadas por su religión o etnia y la resistencia contra el nazismo de las poblaciones ocupadas por el nazismo en toda la Europa oriental, pero de hecho el socialismo implantado en esos países tras terminar la guerra lo hizo incompatible.

Un párrafo, Gita nunca nombra el campo de concentración, siempre es allí… 
Tengo el poder de prevenirla y salvarla. Las compuertas se han abierto. Le cuento la peripecia de mi regreso, todas las andanzas de mi peregrinaje desde allí, donde me dejé mi piel de niña y me traje puesta otra llena de escupitajos, humillaciones y vergüenza (60). 
La novela está bien escrita y bien narrada. Su personaje central cautiva por su personalidad y por su manera de luchar para sobrevivir.

viernes, 16 de septiembre de 2016

ELENA FERRANTE, La amiga estupenda. Dos amigas I

Varios factores han contribuido a que me lanzara finalmente a la lectura de esta tetralogía que no sé cuando acabaré. En primer lugar he leído reseñas en blogs en los que confío por su criterio lector y una compañera de trabajo también me habló bien de esta serie. Por otro lado me resulta intrigante el anonimato de la autora o autor, que en estos tiempos de exposición mediática no es nada habitual. Afirma en la solapa del libro que no se arrepiente del anonimato y que descubrir la personalidad de quien escribe a través de la escritura es un buen modo de leer. Y estoy de acuerdo. 

La realidad es que Ferrante ha tenido un gran éxito en novelas anteriores como las Crónicas del desamor donde se reunían tres novelas publicadas con anterioridad a 2010. Los críticos/as hablan de una voz extraordinaria que ha dado un vuelco a la narrativa de los últimos años. 
Con todos estos factores no he podido resistirme a leerla. 


¿Me ha deslumbrado esta primera novela? 

No, no lo ha hecho. 
Eso sí, me ha gustado lo suficiente como para seguir leyendo las tres novelas restantes. No estoy enganchada como tantas veces me habían dicho que lo estaría con esta historia, pero reconozco que el mundo de la niñez y adolescencia que describe Ferrante resulta interesante. Así mismo, los dos personajes centrales, las dos amigas, están muy bien construidos y tienen una fuerte personalidad, especialmente Lenú, para mi mucho más creíble que Lila. También está bien escrito y la trama está bien construida. 

¿De qué trata la novela? 

Trata de dos niñas completamente diferentes que se conocen en la escuela y en el barrio y que forjaran una gran amistad, una amistad en la que pone más (o eso me ha parecido) Lenú que la rebelde Lila. Las sesiones de la escuela o de las correrías por el barrio junto con otros muchos personajes nos dan una imagen de lo que era Nápoles en los años 50 del siglo XX. Tan protagonista como las amigas es el espacio: el barrio, la ciudad, Italia del sur. El espacio de la gente común, de la gente trabajadora, de la gente pobre que tiene que hacer mil y un trabajos y pillerías para sobrevivir. 

Y el trasfondo histórico, el recuerdo del fascismo de Mussolini, la guerra, quienes colaboraron y quienes se resistieron y lucharon. Ese recuerdo va emergiendo aquí y allí dando sentido a muchos odios y disputas en el barrio. 

(…) puso motivos concretos, caras comunes al clima de tensión abstracta que de niñas habíamos respirado en el barrio. El fascismo, el nazismo, la guerra, los aliados, la monarquía, la república, ella hizo que se convirtieran en calles, casas, caras (…) (158).
La amistad, verdadero protagonista 

Sí, esa amistad que cimientan las dos niñas y que sobrevive en la adolescencia, época de cambios en las que las amigas tomaran caminos diferentes que no sabemos dónde las conducirán. Aunque esta novela se inicia con la desaparición de una Lila ya sesentona y el relato que hace Lenú en primera persona para que su huella no desaparezca. Las emociones, de alegría y de tristeza, que unen a las dos amigas en su crecimiento hacia el mundo adulto resulta creíble y eso para mí tiene un gran valor. 

Mi fragmento favorito trata de calor y violencia
Con el calor, en el bar Solara, entre pérdidas en el juego y borracheras molestas, a menudo se llegaba a la desesperación (palabra que en dialecto significaba haber perdido toda esperanza, pero también, estar sin un céntimo) y a las manos. Silvio Solara, el propietario, corpulento, barriga imponente, ojos azules y frente anchísima, guardaba detrás del mostrador un bastón oscuro con el que no dudaba en repartir leña a quien no pagara las consumiciones, a quien había solicitado préstamos y a su vencimiento no quería devolverlos, a quien hacía pactos de algún tipo y los incumplía (…). Después, los hombres regresaban a casa exasperados por las pérdidas en el juego, el alcohol, las deudas, los vencimientos, las palizas y, a la primera palabra torcida, zurraban a sus familiares, una cadena de agravios que generaba agravios (82). 
Si queda alguien que no sepa nada de esta tetralogía, le convoco a darle una oportunidad pero rebajando expectativas.

viernes, 9 de septiembre de 2016

GIOCONDA BELLI, El país bajo mi piel. Memorias de amor y de guerra

Este libro me lo regaló una persona que cuando se produjo la revolución en Nicaragua (1979) decidió pedir permiso en el trabajo y marchar tres meses a trabajar solidariamente para impulsar la revolución. Luego vino la decepción pero nunca olvidó aquellos meses de entusiasmo en los que parecía posible una revolución diferente. Una utopía… 

Me lo regaló hace tres años y no me animaba a leerlo. ¿Por qué? Le tenía un poco de aprensión, no me apetecía un libro propagandístico de la revolución ni tampoco un libro que me produjera pena por el relato de un fracaso. Pero al final me decidí a leerlo con los calores del verano. 



¿Es un libro propagandístico? 

No, no lo es. Es cierto que Belli da una imagen positiva del sandinismo en los años en que decidió ingresar en este movimiento al inicio de la década de 1970. Ella pertenecía a la clase media-alta de Nicaragua y por ello era una sandinista atípica, por ser mujer también formaba parte de una minoría aunque hubo algunas mujeres que incluso estuvieron al frente de unidades militares, como Dora María Téllez. 

Belli no esconde la improvisación, los enfrentamientos internos (poco antes del triunfo de la revolución el sandinismo se dividió en tres corrientes enfrentadas que a duras penas mantuvieron la unidad), el machismo de algunos sandinistas o su autoritarismo. Mucho menos esconde sus críticas, una vez el Frente Sandinista está en el poder, especialmente dirigidas a Daniel Ortega y su hermano Humberto. 

Pese a este lado negativo, Belli es capaz de hacernos sentir la ilusión de un movimiento (el sandinismo no era un partido) que con muy pocos medios creció y canalizó el descontento contra el somozismo, una dictadura durísima que se alargó durante más de cuarenta años. 

¿Es un libro que deja tristeza en quien lo lee? 

No del todo. Sí que deja tristeza leer cómo tantas ilusiones, tantas muertes, tantos esfuerzos y tantos apoyos internacionales solidarios acabaron naufragando. Una de las causas que provocó el naufragio fue la guerra que instigó EUA a través de su apoyo a la “contra” bajo el gobierno de Reagan. Todas las revoluciones han contado siempre con una oposición poderosa y, habitualmente, con una situación de guerra que entorpece y envilece dichas revoluciones. 

Pero la responsabilidad del fracaso también suele tener motivaciones internas, en especial lo refractarias que son las fuerzas revolucionarias a respetar la libertad y a aceptar la crítica, creyéndose en posesión de la verdad y justificando los medios por el fin. 
Ejercer la crítica se volvía cada vez más difícil (…). Si la crítica era muy dura, se corría el riesgo de ser acusado de hacerle el juego a la contra-revolución, o se le tachaba a uno de conflictivo, o peor aún, de querer crear fisuras dentro del sandinismo, de atentar contra la unidad (386). 
La revolución suele ser un sinfín de miserias, escasez, guerra y muerte, inducidas por sus enemigos que acaba pervirtiendo la ilusión y la alegría con que se suelen iniciar esos procesos de cambio radical. Belli logra en su libro mostrarnos los mil y un hechos y sucesos que van entorpeciendo y transformando los objetivos iniciales. 

¿Solo es un libro sobre la revolución sandinista? 

No. Tan interesante como el proceso de la revolución es el proceso personal de Gioconda Belli, de ahí el bello título de El país bajo mi piel, que aclara en el subtítulo. Belli empieza su andadura como adulta (matrimonio, maternidad, militancia política) muy joven, siendo veinteañera. Este libro es una narración de su manera de sentir, de experimentar, de encontrar la literatura, el amor, el desamor, la amistad… Además tuvo que exiliarse y construir una vida provisional en Costa Rica con todo lo que eso le suponía personalmente. 

El amor ocupa un espacio fundamental en el libro, las relaciones que establece con los hombres de los que se enamora, las crisis personales que sufrió y cómo maduró en su forma de amar. 
A las mujeres nos educan desde niñas para complacer. Nos entrenan para ser camaleones de nuestros hombres, adaptarnos a ellos. Si no nos detenemos a tiempo nos despersonalizamos. Reconocer esto me costó mucho dolor y no quería repetirlo (280). 
Esta parte más personal, perfectamente imbricada con la política resulta muy interesante y nos permite conocer a una mujer valiente que arriesgó mucho para vivir de forma auténtica. Se equivocó también mucho, no lo oculta. Un ser humano realmente atractivo por su manera de enfrentar la vida. 

Un párrafo a destacar 

Igual que la vida surgió de acomodos y reacomodos, la organización social que nos lleve a la plena realización de nuestro potencial como especie, surgirá de flujos y reflujos en las luchas y esfuerzos que hacemos, como conjunto, en las diversas regiones del planeta. (…) si las victorias pueden ser un espejismo, también pueden serlo las derrotas (413). 

Un libro interesante

viernes, 2 de septiembre de 2016

ISRAEL YEHOSHUA SINGER, La familia Karnowsky

Si  no recuerdo mal fue Gilles Rozier quien recomendaba la lectura de este autor en De un país sin amor. Israel Yehoshua pertenecía a una familia cuyo padre era un rabino jasídico y su madre hija de rabino, nacido en Polonia en 1893. El jasidismo es un movimiento religioso ortodoxo y místico dentro del judaísmo, surgido en Bielorrusia y Ucrania en el siglo XVIII tras las persecuciones sufridas por las comunidades judías.


Los tres hermanos Singer (Esther, Israel e Isaac) se dedicaron a la literatura, siendo el menor, Isaac Bashevis, premiado con el Nobel. Israel empezó a escribir a los dieciocho años y sus primeros escritos aparecieron en 1916 en la prensa europea en yiddish. En 1921 empezó a trabajar como corresponsal para el diario norteamericano Forverts y en 1934 emigró a EUA. La familia Karnowsky fue publicada en 1943.

Formidable sentido narrativo

Si por algo destaca esta novela es por su sentido narrativo, Israel Y. Singer relaciona y encadena los hechos con una gran maestría. La sucesión de hechos que se desarrollan en esta novela viene determinada por el principio de causalidad, todo tiene un  “antes” del que provienen los hechos y un “después” al que se dirigen. Dicen que la novela judía, tanto en yiddish como en otras lenguas, se caracteriza por dicho sentido narrativo porque deriva de la oralidad de la cultura judía ligada a la diáspora. No sé si es cierto o no, pero en este caso la narración en torno a la familia Karnowsky es extraordinaria.
Esta novela se extiende a lo largo de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX y está dividida en tres partes que reciben el nombre del abuelo David, el hijo Georg y el nieto Yegor. Las dos primeras partes transcurren en Berlín, con una parte inicial en Melnitz (en la Gran Polonia), hasta la ascensión de los nazis al poder en 1933 y la tercera se sitúa en Nueva York, ciudad que los acoge cuando salen huyendo de Alemania, como a miles de personas judías.
El relato sigue el curso de la historia familiar y desde el punto de vista de las peripecias de la familia Karnowsky es magnífica. Sin embargo la novela va mucho más lejos…


¿De qué trata en realidad esta novela?

Trata de la identidad judía pintando, además, un cuadro del trasfondo social muy interesante. La clave de la novela es el conflicto de las personas judías que trataban de asimilarse a las sociedades en las que estaban asentadas desde hacía cientos de años, por ejemplo en Alemania que es el caso de esta novela, y que en su afán por hacerlo van abandonando rasgos importantes de su cultura. Este intento de asimilación, que ha sido descrito por muchos escritores/as, provocó incluso que  rechazaran a otras personas judías recién llegadas de la Europa oriental y no percibieran el creciente antisemitismo que se estaba desarrollando. O en una última vuelta de tuerca que negaran incluso ser judíos como ocurre con Yegor cuya madre era gentil. Este fragmento es muy clarificador:
La vida es como un bromista, rabí Karnowsky; disfruta jugando malas pasadas. Los judíos querían ser judíos en sus casas y gentiles fuera de ellas. Llegó la vida y volvió las tornas: somos gentiles en nuestras casas y judíos fuera de ellas (213).
El cuadro que pinta Israel Y. Singer sobre el trasfondo social en el que vive la familia Karnowsky a través de las relaciones familiares, de vecindad y de amistad, consigue meternos en la época y trasciende el tema del judaísmo para ir mucho más lejos y llegar a valores universales. El papel de las mujeres, del matrimonio, de la relación paterno-filial, de la identidad nacional y cultural, todos son temas que se van imbricando para construir un edificio de gran solidez que impresiona conforme transcurre la lectura. Y al compás de todas estas relaciones van emergiendo personas de todo tipo: generosas y mezquinas, sabias y prepotentes, gentes que odian y gentes que aman. En esta línea, el final de la novela es impresionante, conmovedor y tierno.

Un párrafo que hace referencia a uno de los personajes más nobles y generosos de la novela, el Doctor Fritz Landau

El párrafo se refiere al rechazo de Landau a la I Guerra Mundial y al rechazo que le causa que el Partido Socialdemócrata Alemán, al que pertenecía, la apoyara:
¡Diré la verdad al propio Emperador!Como una llama se inflamaba en la cervecería de Petersile contra los líderes del partido, unos líderes que dejándose arrastrar por sentimientos patrióticos habían dado su apoyo al presupuesto de guerra.(…) Eran unos incultos patanes que no conocían otra cosa más que la sucia política y la reverencia ante las coronas y las charreteras. Por esta razón se convertían tan fácilmente en asesinos y carniceros (150).
Y en la misma línea, cuando los nazis ganan las elecciones:
Desde vehículos abiertos, los nuevos líderes de la nación uniformados arengaban a los que allí estaban congregados. Las masas coreaban, respondían con alzamiento de brazos, y gritaban como presas de histeria. Yegor sintió que la sangre le subía a la cabeza y le transmitía una fuerza interior que nunca había tenido. Quería realizar grandes hazañas, excepcionales y heroicas. Se encontró a sí mismo alzando el brazo, vociferando y repitiendo las consignas, al unísono con los miles de entusiastas (289).
El autor supo intuir, antes de que ocurriera, puesto que la novela se publicó en 1943, el horror que se estaba preparando en Alemania.

No me queda sino recomendaros esta obra maestra. Una de las mejores lecturas de este año sin duda.