Este libro tiene una historia detrás...
Hace
años que sueño con viajar a Estambul y otras zonas de Turquía, he hecho tres
intentos que por motivos diferentes se han frustrado. Leyendo esta obra me he
dado cuenta que no soy nada original, desde el siglo XIX europeos,
especialmente escritores y artistas, soñaron con viajar a esta ciudad y lo
hicieron dejando testimonio de cómo era Estambul. Edmondo de Amicis, Hans Christian Andersen,
Charles Baudelaire, Eugène Delacroix, Gustave Flaubert, entre otros, aparecen
en las páginas de Estambul. Ciudad y recuerdos.
No
desisto, pese a que ahora no es el mejor momento, de cumplir con mi sueño que
seguramente, como en el caso de los europeos decimonónicos, tiene mucho de romántico
al hacerme una idea idílica de Oriente. Entiendo la utopía (lo idílico) a la manera
de Foucault como heterotopía, es decir, como utopía abierta con capacidad de
interpretación y de proyección sobre espacios claros y rotundos. Estambul puede
ser para mi esa heterotopía, ese lugar preciso y real que puedo situar en el
mapa y no el no lugar que es la
lectura convencional de utopía. Confío
que así será puesto que esta obra ha acrecentado mi deseo de viajar hasta allí.
¿Pamuk
da una imagen idílica de Estambul? ¿Qué es Estambul.
Ciudad y recuerdos?
No,
no da una imagen idílica. Y tiene mucho mérito puesto que el autor sigue
viviendo en Estambul y ama su ciudad hasta el punto de dedicarle un libro como
este. Pamuk refiere que lo que le hace especial es haber permanecido cincuenta años en el mismo lugar, incluso en
la misma casa, en una época condicionada por la multitud de emigraciones (16).
Interpreta el autor que esa dependencia de Estambul significa que el destino de
la ciudad es el suyo, que es ella la que ha formado su carácter.
A
partir de esta declaración de amor a su ciudad, el autor señala que cuando
nació en 1952, Estambul vivía los días más pobres, aislados y alejados del
mundo de sus dos mil años de historia. Esa situación provocó una amargura por
la sensación de hundimiento que dejó el Imperio otomano, por la pobreza y por
dejar una ciudad llena de ruinas que definen a Estambul a lo largo de toda su
vida y a él mismo. Por ello, afirma Pamuk, Estambul es para mí un destino incuestionable. Este libro es sobre ese destino… (17)
y por ello lo considera un libro de
memorias (373).
El relato y la amargura
Sin
duda alguna la identificación de Estambul con la amargura es el leitmotiv de
este libro de memorias. La amargura se destilaba gota a gota procedente de una
cultura muerta, de un imperio hundido. El deseo de occidentalizarse procedía de
la necesidad de librarse de todo aquello que estaba cargado de recuerdos llenos
de amargura y tristeza que quedaban del imperio desaparecido, era como tirar a la basura la ropa, los
adornos, los objetos personales y las fotografías de una hermosa amante que se
ha muerto de repente para librarnos de su destructor recuerdo (44). En
Estambul no se protegen los monumentos históricos como si estuviesen en un
museo, simplemente se vive entre ellos.
La
amargura estaba presente en el sentimiento de la música local, en la poesía, en
una manera de ver la vida y en una actitud mental. Al contener todas esas
particularidades, se traduce en un estado
espiritual que la ciudad ha hecho orgullosamente suyo (112). Este estado
espiritual se manifiesta en los lugares y
momentos en que se confunden el sentimiento mismo y el entorno que hace que la
ciudad lo sienta (115) y pasa a desgranar
todas las posibilidades en que ve manifestado este sentimiento de
amargura (en las páginas 115 a 122).
Estambul
vive con cierta tensión la occidentalización deseada y buscada por los sectores
acomodados y la consolidación del nacionalismo turco. Fuente de conflicto que
como sabemos hoy ha derivado hacia el segundo por la influencia de la religión
musulmana que Pamuk observa, en su tiempo de joven estudiante de arquitectura,
como cosa de las clases populares.
Por
lo demás el relato son las memorias del autor desde su nacimiento a los veinte
años. Se divide en treinta y siete capítulos en los que Pamuk va desgranando
sus recuerdos de la ciudad, de su casa, de su familia, de la escuela (delicioso
el capítulo 13 dedicado a ella), de las calles por las que pronto empieza a
vagabundear, de sus aficiones, de su necesidad de cariño, del sexo, de su
primer amor, de sus estudios de secundaria y de la Universidad, su placer por
la pintura, etc. La ciudad de esta manera va cobrando vida a través de sus
palabras y de las numerosas fotografías que ilustran los capítulos. El Bósforo
visto desde el Ford Taurus de su padre, el humo de los vapores, las calles, las
viviendas… y los retratos de la familia: la abuela, una especie de matriarca,
el padre que abandona el hogar continuamente para vivir con su amante ante la
desesperación de la madre y las peleas con su hermano.
Aparece
también el trasfondo histórico tanto del pasado otomano como de la Turquía del
siglo XX, golpes de Estado, el auge del islam, la imposición del turco y la
desaparición de las diversas lenguas que se hablaban de la época del imperio,
la minoría rumí y el ataque sufrido en 1955 y otros acontecimientos. Un mosaico
que me recuerda, salvando las distancias, al Danubio de Magris y al Ulises
de Joyce por su acercamiento a un espacio o ciudad a través de las
impresiones, sensaciones y emociones del autor.
Libro de libros y de escritores
Ya
he señalado que menciona a numerosos escritores europeos, pero quiero referirme
ahora a los cuatro amargos autores
solitarios que recoge en el capítulo 11 (130-138): el gran y gordo poeta Yahya Kemal, el popular historiador Resat Ekrem
Koçu, Ahmet Hamdi Tanpinar el novelista y el escritor de memorias Abdülhak
Sinasi Hisar. A los cuatro imagina el autor caminando bajo la misma lluvia,
subiendo las mismas cuestas y cruzándose sus caminos.
De
Tanpinar resalta Pamuk su obra Paz, de la que he encontrado excelentes
referencias, por tanto una obra a tener en cuenta.
Y
un cruce de lecturas en la mención que hace a Joseph Brodsky, el poeta ruso muy
presente en la novela Limónov de Emmanuel Carrère, recientemente reseñado aquí.
Mis fragmentos favoritos
(…) recuerdo que lo que hace especial a una ciudad no son solo su topografía ni las apariencias concretas de edificios y personas, la mayor parte de las veces creadas a partir de casualidades, sino los recuerdos que ha ido reuniendo la gente que, como yo, ha vivido cincuenta años en las mismas calles, las letras, los colores, las imágenes y la consistencia de las casualidades ocultas o expresas, que es lo que lo mantiene todo unido (132).
Observar Estambul como un extranjero ha sido siempre un placer para mí y una costumbre necesaria contra el sentimiento de comunidad y el nacionalismo (280).
Conclusión
Un
poderoso narrador que recibió el merecido Nobel de Literatura en 2006 por su búsqueda del alma melancólica de su
ciudad natal y por encontrar nuevos
símbolos para reflejar el choque y la interconexión de las culturas. Muy
acertado el veredicto.
Lo has dicho, no es el momento de visitar países que están comprometidos a causa del terrorismo, aunque de esto nadie está a salvo.
ResponderEliminarUn abrazo¡¡
Una pena pero es así. Espero no tener que renunciar a hacerlo dentro de poco, eso significará que la paz ha vuelto a una zona a la que me siento muy cercana por nuestra cultura mediterránea.
EliminarUn abrazo!
Hola Laura.
ResponderEliminarLo primero, te he leído absolutamente seducido por tus palabras, desde la primera a la última. Tu texto me ha parecido una delicia, de esos que te hacen detenerte en cada recoveco de la escritura.
No me he estrenado con este autor, aunque está por mis estanterías (“La vida nueva”).
Tus impresiones me han recordado, salvando las distancias, a las mías respecto de una lectura reciente, Las ciudades invisibles” de Italo Clavino, y no puedo evitar recuperar mi comentario, cuando decía que; “nuestra forma de ser, estar y observar no es enteramente nuestra, sino que está condicionada por la arquitectura y fisonomía de las ciudades donde vivimos” y esto es algo que de nuevo adquiere vigencia en el pensamiento de O. Pamuk con su libro.
La reflexión de la p. 280, para enmarcar.
Si pretendías transmitirnos el “alma” de este libro, conmigo lo has logrado.
Un abrazo y buen finde!!
Sí, tienes toda la razón, ese fragmento que reproduces de Las ciudades invisibles lo testifica, existe una afinidad con esta obra. Tengo muy bien apuntado el libro desde la lectura de tu reseña.
EliminarHay tantos antídotos contra el nacionalismo... sin embargo cómo cuaja en Europa y en nuestro propio país. Es una aspecto que me preocupa enormemente.
Gracias por tus palabras, me alegra inmensamente que te haya cautivado la propuesta. Con tu manera pausada de leer y de saborear las palabras, esta obra te va a encantar.
Abrazos y a disfrutar del finde!!
Amor por esta ciudad reflejan muy bien los fragmentos, las palabras que nos has dejado. No es un buen momento para viajar a estos sitios. Aunque hoy en día casi que no estamos seguros en ningún sitio. Ya tenía este libro entre mis pendientes y tu grandísima reseña me confirma que tengo que leerlo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Un inmenso amor por Estambul que no tienen como resultado la idealización de la ciudad. Nos transmite la visión de una ciudad viva y palpitante y en medio su propia evolución vital.
EliminarBesos!!
Leí esta obra de Pamuk después de leer la de Amos Oz. Las autobiografías son uno de los géneros literarios que más me atraen. Te hace estar en sus calles, en su cuadrilla.
ResponderEliminarSeguro que pronto nos cuentas cómo te has sentido por allí.
Besos.
Ignacio
Es verdad Ignacio, leyendo esta obra es como si pasearas por sus calles, anduvieras entre esas casas de madera que dan al Bósforo, entraras en las casas o subieras a las terrazas. Por supuesto, la historia de Pamuk resulta también muy interesante.
EliminarConfío en que iré, sí. No desisto :))
Besos!!
Tiene la experiencia de vivir en aquella ciudad y lo plasma bien, saludos.
ResponderEliminarAsí es Boris, un verdadero placer pasear por sus páginas.
EliminarSaludos!
De nuevo una lectura que deriva hacia otros autores, es lo extraordinario de los libros de libros. Sorprende leer que en contra de esa costumbre tan hispánica de criticar a nuestra propia ciudad y airear los defectos, Pamuk alabe la suya. Muy interesante. Un beso.
ResponderEliminarNo exactamente, Pamuk no alaba la suya, describe defectos también, sin embargo pese a que su ciudad no es un dechado de virtudes a él le gusta. Puedo comprender esta posición porque me pasa a mi igual con mi ciudad de nacimiento,
EliminarUn beso!
Me ocurre como a ti, Estambul es otra deuda pendiente para mi, desde siempre además. Todos cuantos lo han visitado vienen impresionados por su belleza, mi hermano estuvo la primavera pasada y todo estaba tranquilo, pero claro, desgraciadamente en este último año la violencia se ha disparado en esa zona, en todas partes me temo... creo que todas las sociedades de imperios que fueron y dejaron de ser generan esa sensación de angustia vital que comentas trasmite el autor de esta novela, toda la generación del 98 de este país, desde Machado a Unamuno reflejaron esa misma angustia tras el desastre colonial que sumió a este país en el ostracismo geopolítico del que aun hoy intentamos salir. Lisboa ( que tu retrasa en tu portada y a mi me queda tan cerca, por eso la conozco bien ;) podría ser en ese sentido otra Estambul, una belleza decadente que fue y no es, pero conserva intacta su dignidad de gran dama. Me la apunto, y quizá un día las dos podamos recorrer sus calles después de verla a través de los ojos de Pamuk, mil gracias! como siempre LAURA.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y muy feliz finde, ojalá veamos nevar tal cual auguran los meteorólogos ;)
Me parece muy oportuna la comparación que haces con Lisboa, una ciudad preciosa pero muy deteriorada en el centro, con manzanas de casas abandonadas y pese a ello tiene una belleza singular. Ese pasado glorioso también se percibe, sí.
EliminarEsperemos que podamos visitarla, yo no desisto.
Un fuerte abrazo (sin nieve cercana)!!
Bom dia, depois de ter lindo seu texto, nota-se, que a sua maneira simples de escrever torna o mesmo pratico, objetivo e maravilhoso. admiro as pessoas que tem o dom de compor as palavras com simplicidade, é sinonimo que não é elitista e escreve para que todos possam interpretar o texto de uma maneira correta, confesso que não conheço Orhan Pamuk, fiquei a conhecer e vou explorar.
ResponderEliminarAG
Compartimos admiración por las personas que saben transmitir tanto a través de las palabras, desde luego Pamuk lo hace muy bien con Estambul.
EliminarBom dia! Obrigado!!
ResponderEliminarLo tengo en la lista hace tiempo.
Estuve en Estambul en agosto de 2002, pero no creo que, en lo esencial, haya cambiado mucho. Eso espero...
Ya entonces germinaba lo que ahora está eclosionando.
Y el turismo convivía con las manifestaciones, especialmente en Ankara, capital administrativa y ciudad de paso entre los distintos destinos de las rutas turísticas más comerciales.
Estambul por sí misma es un lugar/ciudad para ir, volver... patear e ir descubriendo... hay/es tanto...
Cuando puedas, no debes dejar de visitarla.
Para mí es perfecta por ser imperfecta... tremendamente rica en olores, sabores, colores, sonidos... llena de vitalidad.
Confluencia de culturas y gentes... tal vez un/el 'nudo gordiano'... por su historia, por lo que la rodea...
Y sí... "En Estambul no se protegen los monumentos históricos como si estuviesen en un museo, simplemente se vive entre ellos." Y entre sus gentes...
Aparte de la reseña, he disfrutado con las novedades de tu siempre rico lateral... mientras escuchaba a 'Ana Moura'. No la conocía. Ahora sí... ¡gracias por todo! ;)
Besos, petons, muxus y cálido y apretao achuchón... para este frío finde!!
Qué bonito todo lo que me cuentas de tu visita a Estambul, incentivas aún más mis ganas de ir. Me atrae mucho esa conjunción de occidente y oriente, esa perfecta imperfección, ese caleidoscopio de colores, olores y sabores que he podido apreciar en lugares así (por ejemplo Marrakecht o Sarajevo).
EliminarGracias a ti por apreciar mi lateral-central :))
Doble ración de besos, petons, muxus y cálido achuchón...
El año pasado estuve en un tris de ir a Estambul, por ser esa 'utopia' alcanzable. Circunstancias de la vida, y otro destino.
Sigue pendiente, pero las circunstancias no están siendo muy propicias para pasar allí unos días.
Tu autor se pone en mi lugar, a observar la ciudad como un extranjero, que es lo que haría yo pero, realmente, sería lo contrario, observarla como ellos lo hacen, metiéndome dentro de su piel.
Un abrazo
un placer leerte.
· LMA · & · CR ·
Es lógico ese cambio de perspectiva, cuando visitamos un lugar queremos adentrarnos en la vida cotidiana de sus gentes y sentirnos parte de ellas. Pamuk propone una vacuna contra el nacionalismo, vacuna que suele utilizar la gente en su propio país o ciudad y que considero un antídoto contra los males de esa plaga.
EliminarEsperemos acabar visitando Estambul. Con tu ojo para las imágenes, no puedo ni imaginar la cantidad de belleza que recogerías como un auténtico recolector de vida.
El placer es mutuo, gracias!! Y un abrazo!!
Pues estamos en parecida situación, yo también tengo ganas de conocer Estambul, varias veces he planeado el viaje y al final se torcieron los planes. Y esta novela de Pamuk no hará más que ponerme los dientes largos. Aun así me haré con ella, Estambul es el rompeolas de occidente y oriente, situada en el ombligo del mundo.
ResponderEliminarDisfrutaras con su lectura. Confiemos en poder viajar a esta ciudad y otras zonas del país igualmente atractivas.
EliminarTenía este libro en mente y me has terminado de convencer.
ResponderEliminarRespecto a viajar a Estambul,me ha pasado algo muy parecido a ti...no desistamos...
Besos Laura.
No desistamos. Espero conocerla algún día y poderlo contar aquí.
EliminarBesos!!
Conocer una vida a través de una ciudad... Bella cosa, amiga...
ResponderEliminarMe he sentido identificado con muchas de las cosas que has dicho, quizás porque yo también vivo en una ciudad "vieja" en la que, en cada rincón, se acumulan mil historias
Un abrazo
Tu ciudad es una maravilla, me sentí muy bien cuando estuve en ella, por esos rincones tan bellos y también por la gente. Me sentí muy cómoda.
EliminarUn abrazo!!
Fíjate que es una ciudad a la que a mí también me gustaría ir...
ResponderEliminarY eso de la amargura ¿por qué?
Esa zona y su Historia siempre han llamado mi atención... y alimentado mi curiosidad... pero la cosa está chunga ahora...
Me gustaría conocer Estambul y Praga... pero creo que nunca sucederá...
Abrazo
La amargura por la decadencia respecto al Imperio poderoso que fueron y la decadencia que arrastran desde el fin del Imperio Otómano tras la Iª Guerra Mundial.
EliminarNunca, no existe en mi vocabulario (aunque sé que puede ser). Praga la conozco y merece la pena, esa la tienes más accesible ¿no?
Abrazos!!
Yo tampoco he estado en este gran finisterre que es Estambul, quizás el mayor finisterre que existe ya que allí se encuentran, entrecruzan y disputan culturas, geografías, historias y mitos.
ResponderEliminarNo, no he estado en Estambul y aunque también he pensado en ir alguna vez por allá, hace dos años por ejemplo, ahora sería imposible. No quiero ser cómplice de ese gobierno genocida que reprime a los turcos, asesina a los sirios e intenta exterminar a los kurdos.
Da igual lo que pase, Estambul, la vieja Constantinopla, sobrevivirá a la iniquidad de sus gobernantes, estoy seguro.
Abrazos
Muy buena definición, finisterre, así lo describe Pamuk sin usar el término que yo recuerde.
EliminarUn gobierno impresentable que acabó con todo lo más rico que había permitido el Imperio Otómano, otra de esas circunstancias históricas (caso muy parecido al Imperio Austro-Húngaro) que permitió el desarrollo de una cultura muy rica y variada, respetuosa con lenguas diferentes, religiones y etnias y que el nacionalismos liquidó en aras de la uniformidad.
Abrazos!!
A mí también me encantó este libro sobre una ciudad que no conozco, y me gustaron en especial esas páginas dedicadas a poetas que aquí no se publicarán jamás. Disfruté tanto con la lectura que luego me lancé a leer una de sus novelas (Me llamo rojo), que me amargó un poco el gran sabor de boca que me había dejado Estambul.
ResponderEliminarSaludos.
Y qué bien los describe ¿verdad? rondando por la ciudad, cruzándose, intentando sintetizar occidente y oriente contra corriente. Muy muy interesante. Paz de Tanpinar creo que es accesible.
EliminarTengo en espera su última novela, Una sensación extraña, a ver si no me decepciona.
Por cierto, Los hundidos está muy agotada, tengo que ver si la encuentro en alguna biblioteca.
Salud-os!!
Por muchas razones, Turquia es una asignatura pendiente para mi.
ResponderEliminarViajar desde Argentina es complicado no solo por las horas de vuelo, sino por los costos elevados...Hace un tiempo estamos organizando un itinerario con mi hermana para conocer algunos países de Europa, entre ellos la bella Estambul, ojalá lo podamos concretar.
Besos y regalo:
Mi derviche, viajo a través de mi interior como un sultán.
El mundo del amor cada instante es un viaje.
El sultán está acabando la riqueza del tiempo.
Yo lo dejo todo y viajo desnuda. Ni alegría ni tristeza.
Viajo contemplando este mundo que algún día vamos a dejar.
No me preocupan lo bueno o malo de los demás.
Desde que llegué a este mundo enloquecí y viajo mirándolo todo.
Ni tengo oraciones en mi lengua ni tesbîh en mi mano.
Ni soy una sabia ni tampoco una estúpida: solamente viajo entre las ruinas.
Llegará un tiempo que entre lágrimas comprenderé quién soy.
Ahora se acerca el tiempo del viaje y la rebeldía,
entre sollozos y recuerdos dolorosos del pasado.
Llegará un tiempo en el que yo, Adile, como Maunûn, cruzaré montañas.
Me maravilla el amor, viajando como un pobre a través de la tristeza.
Adile Sultân- Turquía
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Que ese itinerario os salga rico en experiencias, ojalá lleguéis a Estambul. ¿Y Barcelona está incluido? Sería para mi un placer enseñarte la ciudad (por lo menos una parte) e invitarte a comer.
EliminarEl poema es una preciosidad, me lo guardo bien guardado.
Un fuerte abrazo!!
No he viajado a Estambul, ni he leído el libro. La primera alusión importante a esa ciudad -dejando de lado la escuela primaria- ha sido a través del Nano Serrat cuando le cantó a ese maravilloso mar que os rodea.
ResponderEliminarDe Pamuk sí he leído 'El castillo blanco' -obra que es más conocida como 'El astrólogo y el sultán'- y un par de títulos más esperan su momento.
Como bien dices, pocos son los que se identifican con las ciudades donde viven. Y a veces la devoción se manifiesta un tanto ambiguamente -recuerdo 'no nos une el amor sino el espanto/ será por eso que la quiero tanto', de nuestro máximo poeta-.
Parece ser un libro interesante; preparativo para una visita o una forma de viajar, si aquella no se pudiera realizar. Apuntado queda.
Tus líneas, magníficas como siempre.
Un beso grande.
Una frase que resume muy bien ese amor a una ciudad sin caer en la vacua alabanza casi turística que alguien que vive en una ciudad nunca hará.
EliminarTe lo recomiendo al margen de viajar o no a Estambul, es muy interesante y disfrutarás con sus reflexiones.
Gracias y un beso grande también para ti.