viernes, 14 de noviembre de 2014

JAMES JOYCE, Finnegans Wake.

Compendio y versión de Víctor Pozanco. 


Me decía Carlos, mi compañero fiel de lecturas con el que inicié la apasionada empresa de leer esta obra que contraviene, como dice el traductor Víctor Pozanco, las normas de la novela y la estructura lingüística de oración, frase y palabras:
“Y para los más osados de entre los mortales, no hay guía que indique el camino de salida de la isla Erín de Finnegans Wake, ciudad de Dublín, ni siquiera un plano de situación que marque donde está clavada la baldosa que soporta el peso de sus pies". 
La cuestión es que paseando adelante y atrás, frase más o frase menos, tres pasitos hacia adelante y dos del revés, a las cien consultas de internet no encuentro iluminación que valga ni ritmo que me asista. Por ello acabo por concluir que este libro es una feroz crítica en contra del nacionalismo más ñoño y pertinaz, que se refleja en la cultura inventada, en los museos que almacenan la historia en forma de huesos sin nombre, pero que carecen de recuerdos, en las obras de teatro subidas en los escenarios merced a modas y conveniencias, las otras, las que no sirven al interés general y a la pretendida pureza de la tierra madre, ALP (Anna Livia Plurabel= Mrs Ann Porter), sagrada e incapaz de alimentar a su prole. Y con cuatro versos escritos en gallego antiguo al fondo de un convento, tan manchado de cera el pergamino que podría contener cualquier vocablo o incluso tres significados el mismo vocablo, tanto que no se entiende ni poco ni bien, hacemos salir una nación desde el lomo de un gigante muerto en medio del océano, la dotamos de un idioma nuevo, común a los extintos Fenianos, Dananeos y Milesios estos tendentes a procrear mucho, bajo la bendición de la santamadreiglesia, que señala las normas de la conveniencia patriótica y marca las penas por vestir de cual manera o hacer el amor de tal otra, mientras las perolas apestan el barrio a col. Niña busca un marido que venga, que tenga y que convenga. Le dicen sus hermanos a la pequeña Isobel.


Imposible reproducir el diálogo que tuvimos ese día partiendo de este jugoso texto de Carlos. Ese día, y otros muchos, puesto que íbamos acordando el número de páginas que leíamos cada día, unas quince, que ya eran muchas debido al sobre esfuerzo de leer unas páginas en las que cada término podía tener una sobreacumulación de significados realizada a través de asociaciones semánticas, fónicas y morfológicas. Cada noche intentábamos descifrar el laberinto en el que Joyce nos metía y que en lo sustancial partía de que el ser humano es conflicto y que este carece de solución. Como buen representante del modernismo literario Joyce muestra la introspección a través de sus personajes estirando al máximo la “corriente de conciencia” ya expuesta en Ulises, es decir, el pensamiento traducido en palabras, torrentes de pensamiento que se desbocan como el río cuando se desborda y se sale del cauce. Finnegans Wake son epifanías, es decir, manifestaciones interiores del autor y del personaje, es como si hablaran a la vez interfiriéndose Joyce y el muerto resucitado Porter-Earwicker, de tal manera que en muchos momentos de la lectura la forma se adueñaba del contenido y ambos acabábamos perdidos y confusos sin saber qué estábamos leyendo. Carlos más que yo, que si no entendía no le daba más vueltas y seguía, indagaba buscando los secretos del libro retornando exhausto al camino. Un día de debates me dijo:
“Me parece que sin tu presencia, podría uno caer en la trampa y dedicar media vida a indagar y revelar los secretos de este libro. Más por reto que por interés. Y caer en el asunto de buscar transcripciones de sonidos del britónico a otras lenguas, o la influencia de Vico que era filólogo al parecer, o de Bruno, personaje fascinante, de esos que cayó bajo el hacha de Calvino, como Servet, lo que supuso un atraso de siglos para la ciencia. Los dogmatismos resultan peligrosos para los espíritus que se pretenden libres”. 
La versión de Pozanco es un compendio ya que el texto original son 628 páginas y esta versión tiene 286 incluyendo el prólogo y el epílogo, el texto “Dante… Bruno. Vico… Joyce” de Samuel Beckett. El título es ambiguo porque utiliza el nombre, Finnegans, un borracho irlandés, y una palabra, sin más, una palabra muy ambigua, Wake que significa: despertar, resucitar, excitar, velar un cadáver, velatorio, etc. Visto lo leído pueden ser todos los significados a la vez utilizados cuando le conviene al autor. Más allá de si es El despertar de Finnegans, Finnegans en su velatorio o El resucitar de Finnegans, parece cierto que Joyce pretende reflexionar alrededor del peculiar personaje que crea. 


El tema es la tragicomedia de la familia Porter, el padre apenas aparece con ese nombre sino con el que adopta en su sueño nocturno, Earwicker, en el que resucita tras morir para combatir a los enemigos, aunque no queda claro quién o quienes sueñan. A partir de este punto de partida la obra rompe con cualquier lógica formal ya que el emisor está ausente, no sabemos quién habla, si es Porter-Earwicker o el propio Joyce, un mismo personaje puede ser muchos y opuestos, no hay coordenadas espacio-temporales y un mismo acontecimiento puede ser contado desde ángulos diferentes. No hay discurso lineal y eso obliga al lector a un tipo de aproximación a la obra desde las sensaciones más que desde los significados, ya que en muchas ocasiones la redacción es ininteligible. Parece factible que Joyce deseara la implicación del lector/a interpretando lo más hermético o confuso y, así, hacernos partícipes de la creación.



Finnegans es además un personaje que viene de una balada popular irlandesa que cantan los borrachos. Finnegans es un obrero al que le gusta el alcohol, siente amor por éste, cae por una escalera y muere. Cuando está en el ataúd le echan whisky y resucita, whisky que significa “agua de la vida”. 

Si el tema es complejo y confuso, la forma lo es más aun y nos dejó estupefactos desde la primera línea que leemos que empieza en minúscula y dice: 
río que discurre, más allá de Adam and Eve, desde el recodo de la orilla a la ensenada de la bahía, nos trae por un comodius vicus de circunvalación de vuelta al castillo de Howth y Environs. 
Y trece líneas más abajo La caída: 
(¡ababadalgharaghtakamminarronnnkonnbronntonnerronntuonnthnntrovarrhounawnskawntoohoohoordenenthurnuk!). 

Tomando como referencia leyendas, mitos y cuentos populares, Joyce construye, o destruye para reconstruir, un texto lleno de acertijos en los que le gusta utilizar la técnica del calambur (figura retórica que consiste en la reagrupación de sílabas o palabras para dar lugar a otras con un significado distinto) y nombres hipogramáticos. Además el texto tiene sobreabundancia de símbolos y polisemias, homonimias, acrósticos, anagramas, homofonías, etc. El resultado es un texto tan complejo que nos podríamos detener en cada frase e intentar desvelar los misterios que esconde sin resultado, porque esta obra no es tanto de significados como de expresiones y de asociaciones fónicas. Joyce juega al despiste y desarrolla una obra crítica con la novela convencional y la estructura lingüística, una obra que encaja en el modernismo literario tanto por la mencionada introspección a través de los personajes como por el hecho de que los personajes son sexuados y tanto los órganos genitales como las experiencias sexuales ocupan un lugar relevante. Además desarrolla un sentido del humor hilarante que en ocasiones desencadena la carcajada y muchas veces más la sonrisa. 
Romero y Jodieta (p. 70).
Que, cuantas más cebollas pelas, más cebollino eres; cuantas más patatas, más patata; cuanta más carne, menos carnes. Y, por más vueltas que le des, menos tomates tienes que tu nuevo estofado irlandés (p. 83).
Un padrenuestro por sus truncas armenidades. Pobre tiesto que estás en los suelos, petrificado sea el pronombre que te tiró. Venga, ahora el Confiteor, pro indulgencia plenaria de tiestero, según el Debeaccionario, sancionado por los concejales de Trento (p. 222).
Complácenos sobremanera anunciar a la concurrencia de porterarios patricios que no hay nada más gengiskhante que una guiness gigante (p. 251). 


La primera referencia conocida de que Joyce había iniciado la escritura de Finnegans Wake es del año 1923 y la finalizó en 1939, dos años antes de su muerte. Joyce vivió circunstancias muy difíciles mientras escribió este libro, especialmente los dos últimos años: enfermedad e internamiento de su hija Lucía, depresión de su nuera y breve internamiento y dificultades para abrirse paso como tenor de su hijo Giorgio. Si era una situación complicada en lo personal, no lo era menos el contexto histórico europeo con el avance del fascismo en Europa, la desaparición o muerte de sus amigos judíos, y la necesidad de abandonar París cosa que logró en 1940, refugiándose en Suiza. Además quedó casi ciego y el final del Wake tuvo que dictarlo. Y ese capítulo IV es un premio a quienes hemos llegado a él pese a todas las dificultades, el más poético y bello, Carlos recomienda empezar la lectura por este capítulo: 

Que ése es el sueño que deseo sea mío. Lo garabateo y repaso como si fuese una párvula. (…) Que cuando tus holas me abandonan me alcanza el lodo. (…)Así que ahora compláceme. Derriba y reconstruye nuestramorosamorada y cohabitaremos respetablemente. (…) Nosotros solos ante el desnudo universo. (…) Pero no me cabe duda de que es por este camino por donde Vendrá un día. Y te mostrará cómo saltan las chispas entre el pedernal y el helecho a nuestro paso. (…) Esos amores de hortelano que plantamos. (…) De manera que yo también deseaba partir. Pese a todo. Un día estarás frente a mí, riendo y abanicándome con los forzosos reclutas de las ramas de tus sauces, para halagarme. Y yo me quedaré más quieta que el musmo. Y un día correrás hacia mí, rugiente, cómo una gran sombra negra y una penetrante mirada para penetrarme héroe mío. Y yo me quedaré helada rogando por el deshielo (pp 263-265). 
Nos quedan muchas cosas en el tintero, más dudas e interrogantes que certezas. Leer Finnegans Wake es una experiencia única, transitar por sus páginas es como aventurarse en una tormenta en pleno océano, zarandeados por el hermetismo y lo laberíntico del relato. No admite una lectura relajada y agradecida, sino un transitar confuso y abrupto que obliga constantemente a múltiples aproximaciones que con frecuencia acaban en un callejón sin salida. Pese a ello nuestro balance es positivo porque ha generado horas de debate, de búsqueda de información, de posibilidades, dada su circularidad, y de risas también. Además nos ha contagiado y hemos acabado recurriendo en más de una ocasión al calambur para comunicarnos entre risas.

48 comentarios:

  1. Wow, Laura. Lo habéis conseguido! Ya te comenté, yo no me atrevo ni a aercarme y mira que me gusta Joyce. Siempre descarté este libro por inaccesible, imposible, me animas a leerlo por lo que ves en él, lo que nos desribes en el primer párrafo, también por el juego que supone... y sobre todo y por como dices, por la experiencia. Según te iba leyendo iba pensando que no es siempre neesario "entenderlo" todo.... surge aquí ya un tema de debate :) pero mi queridísima Lispector y mi veneradísimo Pessoa siempre dejaban al lector gran parte del trabajo, ya ves, dos modernistas :) Me tientas mucho pero lo confieso, le tengo pavor a este libro :) Un beso.

    ResponderEliminar
  2. SÍIIIII, hemos logrado llegar al final, pero tenemos claro que hay que volver a leerlo pero dejando transcurrir un tiempo.
    Con Joyce es imposible entender todo, estoy leyendo la biografía que escribió Richard Ellmann, dicen que la mejor, me la han tenido que prestar porque es casi imposible de encontrar (la busco de todas formas), en esta obra explica la cantidad de hechos de su biografía que introduce en sus obras y que son tan personales que es imposible comprenderlos sin saberlos.

    Tengo pendiente Lispector, Pessoa es otro de mis autores de referencia.

    Anímate, es toda una experiencia. Acompañado mejor porque sino la sensación de naufragio es total.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué bien se lo pasaría Joyce jugando así con los lectores!
    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Ayer por la tarde pasé por la librería, desde luego no me resistí y di una vuelta, y me encontré cara a cara con El Ulises; me acordé de ti y estuve a punto de tomarlo, pero al final no me atreví; al parecer esta entrada es una especie de señal. Prometo que la próxima vez que pase por allí pensaré en estas entradas y me haré de valor :)

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre puedes empezar por algo más sencillo de Joyce, por ejemplo Dublineses o Retrato del artista adolescente.

      Me hace ilusión que Joyce te lleve a recordarme :)

      Besos

      Eliminar
  5. De Joyce no he leído nada, pero sí he leído de sus lectores que sus novelas son complicadas. Hasta ahora no lo entendía del todo.
    Según lo que cuentas creo que no es el momento de leer algo así ahora mismo, pero creo que tampoco lo será nunca, aunque como me has picado la curiosidad me lo plantearía como lectura a trozos, a modo de degustación... También como lo has hecho tú, compartiendo la lectura, puede ser más ameno, supongo, y quizá un lector puede ayudar al otro.
    Me han hecho gracia los fragmentos. Así sueltos. Pero muchos de esos juntos yo creo que darían dolor de cabeza...
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como decía en el comentario anterior, hay obras que no son complicadas, yo empecé así.
      Sin duda las lecturas complicadas agradecen un compañero/a de lectura.
      La verdad es que yo me he reído mucho leyendo esta obra.

      Un beso!!

      Eliminar
  6. Gracias por compartir con nosotros ésta experiencia.

    Besos Laura buen finde!.

    Y aqui va uno de mis preferidos de James


    El crepúsculo de amatista...



    El crepúsculo, de amatista, se torna
    Azul más y más intenso,
    El farol llena de un tenue fulgor verde
    Los árboles de la avenida.

    El viejo piano interpreta una melodía
    Serena y lenta y jovial;
    Ella se encorva sobre las teclas amarillentas,
    E inclina así su cabeza.

    Tímidos pensamientos, ojos serios y abiertos
    Y manos que vagan mientras escuchan...
    El crepúsculo Se torna azul aún más oscuro
    Con reflejos de amatista.


    De "Música de cámara"
    James Joyce.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo sus poemas listos para su lectura. Una preciosidad este "Crepúsculo de amatista".

      Y con su influencia te envío un abrazo cuyas manos vagan mientras escuchan.

      Besos y buen fin de semana!!!

      Eliminar
  7. Difícil me resulta esta lectura. Hay que echarle mucho valor o quizás debería buscar algún compañero de lecturas, que me parece que así sí podría disfrutar más de esta lectura.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si es valor, si mucho entusiasmo y atrevimiento.

      Abrazos!!

      Eliminar
  8. Me encanta la predecisión con la que experipresencias comúnaventuras, no imagino otra compañera: Un beso Eres única.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, eres un experto en el arte del calambur!!!

      Gracias, compañero, que sean dos besos ;)

      Eliminar

  9. Creo que no es para mí... pero me admira vuestra valentía, capacidad y osadía.

    Me quedo con el 'encuentro'... "ha generado horas de debate, de búsqueda de información, de posibilidades, dada su circularidad, y de risas también. Además nos ha contagiado y hemos acabado recurriendo en más de una ocasión al calambur para comunicarnos entre risas."

    'Encuentro' entre lector/autor, con un@ mism@... y entre dos o más personas... ;)

    Creo que al final, es lo más importante... palabras que propician 'encuentros'.

    Molt petonets!!
    ...por lo menos, para todo el finde y más allá...
    ¡Sigue disfrutando!

    :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si que somos osados, sí.
      Los encuentros alrededor de un libro propician siempre sinergias magníficas. Tengo la suerte de que Carlos nunca me dice no a ninguna propuesta lectora.

      Te deseo lo mismo querida X, que el fin de semana te sea propicio y que descanses (o no, según convenga).

      Muchos besos!!

      Eliminar
  10. Gracias por compartir tu experiencia, a todos nos toca encontrarnos que nos desafían con sus textos, hay que aceptar el desafío y tratar de entender.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto, son las mejores lecturas. Me gusta leer para cuestionarme las cosas, para interrogarme, para meditar.

      Eliminar
  11. La mente con los años se acomoda al espacio de seguridad y pierdes interés por lanzarte a experiencias que destruyan las pocas neuronas disponibles, esas que coleccionas como un avaro esconde sus monedas de oro en el baúl herrumbroso que tiene debajo de su cama. En fin que me pasa como a Borges y ya nunca podré descubrir los secretos inaccesibles de esa obra inmortal. Lo digo porque sé de algunos consumados lectores que lo han intentado y han quedado perdidos en sus laberintos. Me avisaron que no lo intentare y yo soy muy obediente con los consejos ajenos. Por supuesto, me alegro de que tú y tu amigo Carlos intenteis abriros paso en esa fronda inquietante. Me quedo con esa frase vuestra :
    "en los museos que almacenan la historia en forma de huesos sin nombre, pero que carecen de recuerdos"
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No siento que se haya destruido ninguna de mis neuronas, al contrario, tuve que activarlas al máximo para entender y ahora están más frescas y activas. A mi lo que me mata es la comodidad de esas despiadadas. Pero claro, cada uno es cada uno y cadaununea como puede.

      Besos!!

      Eliminar
  12. Te estás ganando el cielo con tus lecturas de Joyce, o al menos te vas a convertir en una de sus mayores expertas. Tu artículo a mí no ha hecho más que afirmarme de que hay que huir como de la peste de tal autor, y en general de todo lo que huela a irlandés o celta.

    ResponderEliminar
  13. Creo que debo reñirme a mi mismo, o cuanto menos reprenderme. Bajo la escusa de que abandonè Ulises a las 50 o 60 paginas....he de confesar que he leido muy poco de èl....en realidad tb utilizo una segunda escusa que consiste en que tengo tantos libros por leer....que siempre antepongo cualquier otra cosa.....
    Acometer una empresa asì me parece sensacional x cuanto podeis ir compartiendo lo leido....muy interesante poner sobre la mesa diferentes puntos de vista.....pero nuevamente compruebo que no es un libro facil ni de facil acceso a sus entrañas....
    Ante lo cual no debieramos amilanarnos....bravo Laura.....tomo nota....yo tb pienso que la literatura no es solo una simple distracciòn. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gusta ser provocada, inquietada, incentivada por lo que leo (o veo en el cine), defecto de fábrica dice Carlos. Igual es cierto.

      Pero comprendo cualquier reacción ante Joyce y, de todas formas, es cierto que hay mucho que leer y ver.

      Abrazos!!

      Eliminar
  14. Pues yo al paso que voy... Veo que no lo comienzo.... Un saludo desde Murcia....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quién sabe, igual un día te sale al paso y empiezas. O no...

      Eliminar
  15. Bueno, digamos que Carlos y tu se han tomado menudo trabajo; con entusiasmo y osadía a mi entender. Releyendo tus líneas, no se si éste fuera un libro de mi agrado, aunque comparto bastante la mirada irlandesa en algunos planos. Por lo pronto, supone más trabajo que el Ulises, lo que implica disponer de mucho tiempo para ir y venir por sus páginas.
    Igualmente, felicito a ambos por semejante empresa, y a ti un agradecimiento por allegarnos tus impresiones de primera mano.
    Un beso grande!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Marcelo, es un libro tan especial que comprendo tu reticencia. Quiero recordarte que fuiste tú quien me dijiste que nos faltaba por leerlo y yo me eché las manos a la cabeza ¿recuerdas?

      Un beso grande!!

      Eliminar
    2. Sí que recuerdo! Conociendo el trasfondo, no creí que alguien pudiera pensar en que mi propuesta podría sugerir algo más que una quimera de trasnochado. Pero, voilá, han logrado aquello de lo que yo no me he atrevido -aun-. Pude con 'Ulises', y poco me queda de Proust; éste figura todavía como una cuenta pendiente.
      Otro beso!

      Eliminar
  16. Pues ya ves lo osada que soy, por eso "utopía".
    Yo no sé si podré con Proust, estoy acabando el segundo tomo y me domina el tedio, solo excepcionalmente encuentro algún fragmento iluminador.

    Un beso más!!

    ResponderEliminar
  17. Esto si es disertación.
    Enhorabuena

    Abrazos
    Carlos

    ResponderEliminar
  18. Querida Luna a estas alturas como lectora consecuente ya habrás experimentado en esto de la literatura que hay obras que bien pueden caber en un párrafo de algún comentario y sobrarían letras, mientras que otros son para toda una vida no de un solo ser humano sino para todo el planeta y su historia. Para hablar de esta novela todo lo que se diga en contra o a favor todo es válido y cabe desde la traza más débil de desdén hasta los más grandes volúmenes de febril pasión, la cantidad de páginas en la red, grupos, libros, eventos de su lectura que suscita este libro así lo confirman. Por esta ocasión me limitaré a citar apartes de uno de los tantos artículos interesantes que hay sobre la obra y que revelan una de las raíces de esta grandiosa novela:

    ResponderEliminar
  19. "Los estudiosos dicen que la musa, la inspiradora de Joyce fue su esposa, Nora Barnacle, la madre de la loca, pero, secretamente, su padre puso a Lucia Joyce en el centro, ella fue el faro iluminador de su obra maestra final, cuya difícil realización avanzaba en contrapunto con el deterioro psíquico de su hija."

    ResponderEliminar
  20. Ella quiso ser artista. Fue una promisoria bailarina, discípula de Raymond Duncan, el hermano de Isadora; también dibujaba y pintaba; todo el tiempo escribía, cartas, diarios, y también, al parecer, fue autora de una novela hoy perdida. Hasta fue actriz, en una película de Jean Renoir. Dicen que su madre desalentaba permanentemente esa vocación y que la rechazaba a ella, desde su nacimiento. También sufría los permanentes celos de su hermano mayor. Había nacido en un hospital de indigentes en Trieste, hablaba cuatro idiomas. Aunque su lengua materna era el inglés, en su casa se hablaba sobre todo italiano y ésa era la lengua en la que se comunicaba con su padre, en la que se escribía con “Bababo”, como lo llamaba.

    ResponderEliminar
  21. Su locura se desencadenó cuando se enamoró apasionadamente de un joven amigo de su padre, también escritor, alto y silencioso y que le hacía, a veces, de secretario en la confección de ese libro monumental que consumía los días paternos. El rechazo de Samuel Beckett la sumió en un estado catatónico que duró varios días; a partir de ahí empezó el vertiginoso descenso de Lucia Joyce por la oscuridad de la “histeria pitiática”, de la “hebefrenia”, de la “manía neurasténica”, de la esquizofrenia, como fue diagnosticada por una legión de médicos. Beckett, su amor imposible, decía que no podía corresponderla porque él no tenía sentimientos humanos.

    ResponderEliminar
  22. A partir de ahí se acentúo lo que ya era: alucinaciones auditivas, monólogos bizarros, fugas, intentos de incendio, episodios de erotomanía, agresiones físicas y verbales sobre todo a la madre. Ante los reiterados fracasos de los tratamientos, James Joyce negaba la locura de su hija, la veía más bien como una artista frustrada e incomprendida, decía que solamente él la entendía, que compartían el mismo lenguaje, que Lucia era “un ser especial al que yo puedo entender en casi todo”. Para intentar salvarla, afirmaba que los textos incomprensibles, extraños, llenos de neologismos de Lucia se comparaban, eran parecidos a sus propios escritos, los de un proyecto en curso llamado, precisamente, “Work in Progress”, lo que después iba a ser el Finnegan’s Wake, la obra maestra que revolucionó la literatura occidental y donde Lucia, la hija, cuyo nombre había elegido él mismo, es esa luz filial, esa estrella cuyos rastros aparecen por toda la novela.

    ResponderEliminar
  23. La familia vivía en Zurich y consultaron por Lucia a Carl Jung, el discípulo renegado de Freud, que, en su momento, se había interesado en Ulysses, su obra maestra anterior, y había escrito un artículo al respecto que Joyce había despreciado bastante. Lucia recelaba de “ese suizo gordo y materialista que intentará adueñarse de mi alma”, que la entrevistó y que examinó con mucho interés sus textos y cartas. En una entrevista, Joyce le habló de la semejanza de los escritos, le mostró sus propios borradores, a lo que Jung contestó con un “sí, pero donde usted nada, ella se ahoga”. Y así era, de la escritura de James Joyce, como una tarea donde las palabras sirven para armar un objeto que invade el mundo, a la escritura de Lucia, es efecto de la invasión de un cuerpo por palabras que no son reconocidas como propias.

    ResponderEliminar
  24. James Joyce escribió en una carta: “La chispa o el genio que yo poseo, sea lo que sea, ha sido transmitido a Lucia para encender un fuego en su cerebro”. Pero también pensaba Joyce que ese fuego era la escritura de ese libro revolucionario y absoluto, el Finnegan’s, que lo que quemaba a Lucia era el calor insoportable de esas palabras en fricción, en estallido permanente que construían la novela. Estaba seguro de que Lucia iba a salir de la noche de la locura cuando él terminara ese libro, que llamaba el libro de la noche y que transcurre en la oscuridad, en un sueño circular del que se despierta en otro sueño. O del que no se puede despertar nunca, como le pasaba a Lucia.

    ResponderEliminar
  25. Pero también pensaba Joyce que ese fuego era la escritura de ese libro revolucionario y absoluto, el Finnegan’s, que lo que quemaba a Lucia era el calor insoportable de esas palabras en fricción, en estallido permanente que construían la novela.

    ResponderEliminar
  26. ................Loca y ahogada, como la Ofelia de Hamlet, pero por el agua de las palabras impuestas, por un goce no invocado sino invasor, Lucia Joyce no pudo anudar, ante la carencia de un padre demasiado presente pero totalmente lejano por su extrema singularidad, y por la función aduanera de una madre celosa, feroz y estragante. Hubo amor, pero no asunción del lugar del padre. Eran demasiado parecidos, compartían demasiados códigos como para que ella pudiera ser alcanzada en pleno por él. Lacan tendía a ver a Lucia como la caricatura atormentada y frenética de su padre en versión femenina, una artista genial que no llegó a cocerse, quedó cruda en sus desvaríos.

    ResponderEliminar
  27. Desesperado ante el fracaso de los tratamientos, Joyce impulsa a Lucia al diseño de tipografías que ella ejecuta con gran destreza. Lucia dibuja letras, y esto la pone en un lugar paródico respecto a su padre. Joyce conmina a sus amigos escritores a utilizar esos diseños para las publicaciones de sus libros. El padre intenta empujar por fuera, desde la voluntad y el sacrificio amoroso, lo que no se pudo anudar por dentro. Comparten códigos, Lucia quiere corresponderle ese amor intentando escribirle al Papa y al rey de Inglaterra para solicitar el reconocimiento de su padre. Intenta viajar a Irlanda para reparar el malentendido entre su padre y su patria de origen. Son simétricos, sacrificio por sacrificio, intento de compartir la locura y las palabras ante la falla de la circulación de la insignia fálica por un lado y la reparación por la suplencia del otro. Pero, así y todo, o por eso mismo, viven en islas diferentes, islas que se chocan, pero tan lejanas como Irlanda.

    ResponderEliminar
  28. Bien mi querida lectora de novela negra, ahí le queda un buen material como aporte al gozo de quienes solo han tenido la gracia de ese universo de los difíciles.
    Por mi parte me empieza a pesar la urgencia de dejar a alguien en estado catatónico por amor o en su defecto escribir algún libro que no vaya a caer en la desgracia de caber en un solo párrafo de algún comentario y queden sobrando letras.
    Besos grandes querida Luna.

    ResponderEliminar
  29. Este es el enlace del artículo completo que sirvió para estas citas http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-159155-2010-12-28.html

    ResponderEliminar
  30. NO tenía idea de este trasfondo con la hija, sí sabía de sus depresiones y demás. Voy a leerlo todo con calma.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. He leído todo el material que me aportas y me parece bastante interesante. Estoy leyendo la biografía que hace Richard Ellmann de Joyce y de su lectura se desprende que hay numerosas claves en sus novelas que proceden de su vida personal y que es imposible detectar sin conocer su trayectoria personal. Espero llegar a conocer algunas de esas claves que me permitirán, en su momento, una relectura de sus obras. No puedo valorar la importancia de la hija, Lucía, puesto que tan solo he llegado a 1909 y ella tenía tan solo dos años. Tendré muy en cuenta este material cuando llegue más adelante y podemos volver sobre el tema.

      (...) dejar a alguien en estado catatónico por amor o en su defecto escribir algún libro (...) de interés me parecen dos metas compatibles y deseables para alguien tan luminoso como tú.

      Un enorme abrazo y gracias (siempre) por el esfuerzo de tus aportaciones que en esta casa se valoran mucho.

      Eliminar
  31. A pesar de lo abrupta que pueda ser la lectura, según dices al final...leyéndote, a una le entran ganas de salir disparada a por un té y a por un Joyce...y caminar con él un rato. Seguramente será como viajar de otra manera a Irlanda, y a las personas.
    Gracias, se nota que Joyce te ha impactado.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucho, María. Es el gran descubrimiento lector del 2014 sin duda.

      Un beso y gracias por tus generosas palabras!!

      Eliminar

DIME QUÉ PIENSAS SI ASÍ LO DESEAS...