sábado, 30 de marzo de 2013

TORRIJAS Y CHARLOTTE BRONTË, Jane Eyre.


Tengo la fortuna desde niña de encontrar en los libros solución a mis inquietudes y preocupaciones. Logro también ver traducidos mis sentimientos y emociones en múltiples personajes y situaciones, pero siempre hay pequeños tesoros escondidos entre las páginas de los libros que se encuentran cuando nuestra vida las necesita por las circunstancias que le toca vivir. Cuando encuentro una de esas perlas que me abren la luz del entendimiento y me ayudan a entenderme y comprender situaciones... qué lujo.
Eso es lo que me pasó mientras releía esta novela y encontré esta reflexión de Jane Eyre:

(…) mantente en tu terreno y, por tu propio respeto, no ofrezcas tu amor a quien no te lo pide y acaso te lo despreciará (p. 186).


Había leído esta novela en mis años universitarios y al desear releerla me di cuenta que no la tenía entre mis libros. Fui a pedirla a la biblioteca pero solo tenían una edición con letra extremadamente pequeña y decidí comprar una  edición de bolsillo de Austral que incorpora una introducción de Cándido Pérez Gallego.
La novela de 469 páginas, incluida la mencionada introducción, lleva por título el nombre de su conocida protagonista.
Puesto que tanto la autora, Charlotte Brontë, como la novela son suficientemente conocidas, no respetaré el esquema de los comentarios de novelas que suelo hacer y resaltaré algunos de los aspectos que más me han llamado la atención.


Tanto Charlotte Brontë, como Jane Eyre, son mujeres que intentan buscar un lugar en la difícil sociedad de la Inglaterra victoriana. Situación muy similar a la del resto de Europa, las mujeres, pese a las revoluciones burguesas que hablaban de igualdad ante la ley y de libertad, sufrieron una situación de marginación de la vida pública y de enclaustramiento en la vida privada, basándose en la idea de su inferioridad natural y su lugar en el mundo centrado en la familia, la maternidad y el hogar. A este espacio doméstico se añadía la necesaria docilidad y sumisión de la mujer al hombre.
Jane Eyre se sabe excluida de la sociedad de la época (en su caso mucho más por su condición de huérfana)  y la relación con el mundo que la rodea se convierte en un ritual moral de enseñanza y consuelo.
La novela se convierte en una autobiografía compatible con la confesión y el autoanálisis. A través de este planteamiento trata de involucrar al lector y hacerle partícipe de sus experiencias. Jane Eyre busca su propia realización personal rompiendo con las formas de comportamiento establecidas para la mujer de la época y muestra toda su personalidad rebelde defendiendo la igualdad entre los sexos:

Se supone generalmente que las mujeres son más tranquilas, pero la realidad es que las mujeres sienten igual que los hombres, que necesitan ejercitar sus facultades y desarrollar sus esfuerzos como sus hermanos masculinos, aunque ellos piensen que deben vivir reducidas a preparar budines, tocar el piano, bordar y hacer punto, y critiquen o se burlen de las que aspiran a realizar o aprender más de lo acostumbrado en su sexo (p. 135).

Rochester enseguida reconoce la influencia positiva que Eyre ejerce sobre él:

-Experimento la sensación -continuó él- de que usted ejerce algún buen influjo sobre mí. Lo adiviné cuando la vi por vez primera... La gente dice que hay simpatías espontáneas; también he oído hablar de buenos genios... En esa leyenda hay algunos puntos de verdad. Querida bienhechora mía: buenas noches (p. 176).


Es una nueva forma de novelar que tiene en cuenta los cauces de la novela gótica (los sueños de pesadilla de Eyre, espacios vitales como Thornfield, mansión abrasada por las llamas, mujer loca que parece un monstruo, etc.) con la búsqueda apasionada, con componentes románticos, de la realidad inmediata.
Ha sido interesante esta relectura de Jane Eyre.

TORRIJAS
Soy una cocinera por necesidad, ya lo dije cuando inauguré mi espacio Frivolidades Culinarias. Como los postres no son una necesidad, no hago. Pero hay tres o cuatro que me salen bien y hago en el momento que manda la tradición. Si hay alguien que cumple menos con las tradiciones y pasa de ellas, esa soy yo... pero ésta es una de las pocas que cumplo.

Caliento leche y le añado azúcar y canela. Bato los huevos que se considere necesario (de dos a cuatro para una barra de pan). Las rodajas de pan del día anterior, o de dos días antes, se bañan en la leche para que se empapen, de aquí al huevo y a la sartén con abundante aceite. Cuando las saco les echo un poco de azúcar y canela. Dejar que se enfríen y listas.
Estáis invitadas, BON PROFIT!!


Imagen de Charlotte Brontë: google.

miércoles, 27 de marzo de 2013

TESOROS


Karrah Kobus

Como en el cuento de Poe, procura que sea un sitio tan evidente que nadie piensa que en él puede haber un tesoro escondido. El ojo de una cerradura, el fondo de un vaso, el vano de una ventana, la distancia que hay entre dos bocas que acaban de besarse o que todavía no hayan empezado a hacerlo. Una vez que hayas escogido el lugar para esconderlo, dibuja el plano sobre una hoja que arrastre el viento y mientras lo hace: en ningún caso servirá atrapar la hoja al paso, sostenerla con el dedo índice y el pulgar, arañar el plano con jugo de moras y volverla a soplar para que la brisa se la lleve; quien le hace trampas al viento no sólo pierde ese tesoro sino sus tesoros pasados y futuros. Es cierto que cuando, con las primeras nieves del invierno, se pudra esa hoja (o para ser más exactos: recobre su blancura originaria), el tesoro no sólo se volverá inencontrable sino que dejará de existir. Pero eso no tiene que preocuparte: tener un tesoro que ha dejado de existir es un tesoro mayor que tener un tesoro que todavía existe; y, además, es mucho más fácil de esconder: bastará con que abras las manos y las tengas amantes y ofrecidas.

JESÚS AGUADO, Poema para esconder tesoros.

No se me ocurre mejor compañía para este Poema para esconder tesoros que GARY MOORE y su With love (Remember).



Imagen y vídeo: google

sábado, 23 de marzo de 2013

MAJ SJÖWALL/PER WAHLÖÖ, El policía que ríe.


Compré la novela porque había leído buenas críticas respecto a esta cuarta novela de la serie del Inspector Martin Beck. Había leído hace mucho, más de diez años, Roseanna, la primera de la serie.
La novela tiene 287 páginas y el título refiere la seriedad del inspector Beck a lo largo de toda la novela por la complejidad del caso. Su hija Ingrid le dice en diciembre de 1967: Llevo sin verte reír desde la primavera (p. 210) y le anuncia un regalo de navidad que le hará reír. Ese regalo resulta ser un disco titulado The Adventures of the Laughing Policeman que tiene una primera canción titulada: El policía que ríe (p. 246). Pero mientras toda la familia ríe, Martin Beck no fue capaz de hacer un gesto (p. 247). No reirá hasta el último párrafo de la última página, una vez resuelto el caso: Martin Beck no respondió. Se quedó sentado, con el auricular en la mano. Luego comenzó a reír (p. 287). 




Sjöwall y Wahlöö fueron un matrimonio de periodistas y escritores suecos que crearon, entre 1965 y 1975, la serie de diez novelas sobre el inspector Martin Beck, que renovó el género en los países nórdicos y fueron el referente principal para las posteriores generaciones de escritores suecos de novela negra como Henning Mankell, Camila Läckberg, Asa Larsson y otros.

Per Wahlöö (nacido el 5 de agosto de 1926 en Gotemburgo, murió el 23 de junio de 1975 en Estocolmo), graduado en la Universidad de Lund en 1946 dedicó su primera década de vida profesional al periodismo (como reportero de la delincuencia), mientras que en la década de 1950 publicó algunas novelas de ficción, esencialmente de tipo político. Maj Sjöwall (nacida el 25 de septiembre de 1935 en Estocolmo), trabajaba en la editorial sueca Wahlström & Widstradt en 1961, cuando conoció a Wahlöö, y se casó con él el año siguiente.
Interesados en la Criminología e impulsados por una fuerte motivación política, pues ambos formaban parte del Partido Comunista sueco, se decidieron por la redacción de novelas policíacas, que les permitió la disección inexorable de la sociedad sueca en descomposición. La pareja mostró lo que había detrás del escenario idílico de la sociedad del bienestar de un país rico como Suecia y desvelaron muchos errores ignorados, pero cuya existencia misma probaba que el famoso modelo sueco era una farsa en muchos aspectos.

El policía que ríe es una novela negra en el amplio sentido de la palabra, en ella el contexto de protestas y movilizaciones, de finales de los años sesenta, enseguida aparece cuando, mientras toda la policía de Estocolmo está movilizada para hacer frente a una manifestación contra la guerra de Vietnam, dos de sus miembros descubren un autobús lleno de pasajeros masacrados con una ametralladora. Entre las víctimas hay un policía de la brigada de homicidios: Åke Stenström, nadie sabe por qué está en ese autobús armado. Así se inicia una investigación compleja que retomará un caso antiguo sin resolver que parece tener relación.
Sjöwall y Wahlöö nos acercan a una Suecia, donde, bajo el disfraz de la democracia casi perfecta se ocultan infamias policiales y políticas. Martin Beck va más allá de la persecución del delincuente, de la simple aplicación estricta de la ley, necesita entender, y hacernos entender, qué hay detrás de cada delito, en la búsqueda de la Justicia.
Martin Beck no es un policía atractivo, es un hombre gris, caído de hombros, que bebe excesivo café y duerme en el sofá-cama para no hacerlo con su mujer. Sin embargo es un personaje bien definido que no nos deja indiferentes y que nos mantiene atrapados en su manera de investigar hasta dar con la solución. Hay personajes secundarios muy interesantes, especialmente su compañero Kollberg.
Un ejemplo de la motivación política y la posición crítica de sus autores, la podemos encontrar en este fragmento:


La sociedad de consumo y sus agobiados ciudadanos tenían otras cosas en las que pensar. Aunque todavía faltaba más de un mes para Navidad, la orgía publicitaria había comenzado ya y la histeria consumista se extendía rauda e inexorable como la peste negra por las calles comerciales engalanadas. La epidemia resultaba irresistible y no había lugar alguno al que huir. Invadía casas y pisos, envenenando y sometiendo todo a su paso. Los niños lloraban de hartazgo y los padres de familia estaban ya endeudados hasta el verano siguiente. Venía a ser una especie de tocomocho legal que alcanzaba en estos momentos su pleno apogeo. Los hospitales registraban un incremento espectacular de ataques de corazón, crisis nerviosas y úlceras de estómago (p. 140). 

Me ha llamado la atención las descripciones del tiempo meteorológico que nos sitúan en el desapacible invierno sueco:


En la tarde del 13 de noviembre en Estocolmo llovía a cántaros (p. 11).

Lluvia, pensó, mientras miraba malhumorado por la ventana. Oscuridad de noviembre y lluvia, fría y torrencial. Presagio de un invierno inminente. Pronto empezaría a nevar (p. 15).

La lluvia continuó durante toda la noche y, aunque, según el calendario, el sol salía a las ocho y veinte, hasta casi las nueve de la mañana no consiguió la luz atravesar la capa de nubes y arrojar un poco de claridad vacilante, nebulosa (p. 38). 

Al abrir la puerta de la comisaría, un helado golpe de viento arrojó sobre Martin Beck una ráfaga de afilados copos de nieve, dejándole sin aliento. Agachó la cabeza contra el viento y se apresuró a abotonarse el abrigo (p. 99).

Interesante esta serie de Martin Beck.

Imagen de la pareja: google.

sábado, 16 de marzo de 2013

ESTUPOR, TEMBLORES, MERLUZA Y ART PEPPER

 Karrah Kobus

Igual que es preciso el estupor para que una mariposa de colores se acerque lentamente y aletee su arco iris a unos milímetros de mi retina, no es fácil experimentar esa sensación ante una novela (lo de los temblores lo dejo al margen), y la de A. Nothomb, pese a su éxito, no me ha provocado admiración ni asombro. Pensando en añadir algo de interés que impidiera que, los que os arriesgáis en los largos textos de lectura de los fines de semana, os aburrierais, saqué de mi cajón de sastre una de mis frivolidades culinarias y un tema que, igual que la mariposa antes, me lleve (y con suerte os lleve conmigo) por encima del arco iris… 




AMÈLIE NOTHOMB, Estupor y temblores
La novela la compré por una sugerencia. Basada en las propias experiencias de la autora, tiene 143 páginas y su título lo explica Nothomb cuando dice:

El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con “estupor y temblores”. Siempre me ha encantado esta fórmula, que se corresponde perfectamente con la interpretación de los actores en las películas de samuráis, cuando se dirigen a su superior con la voz traumatizada por un respeto sobrehumano (pp. 131-132).


Amèlie Nothomb nació en Kobe (Japón) en 1967. Proviene de una familia belga, país en el que reside actualmente, aunque pasó su infancia y adolescencia en Extremo oriente, principalmente en China y Japón, donde su padre fue embajador. Ha escrito numerosas novelas: Higiene del asesino, Metafísica de los tubos, El sabotaje amoroso, Cosmética del enemigo, Diccionario de nombre propios y otras muchas, pero es conocida, sobre todo, por el gran éxito de Estupor y temblores.



La novela cuenta la historia de una joven belga, llamada Amélie, que empieza a trabajar en una gran compañía japonesa, Yumimoto, y las peripecias que le suceden en un proceso de degradación y de humillaciones con tono de humor ácido. Una especie de descenso a los infiernos que le permite, a la autora, describir la mezcla de tradición y modernidad del mundo laboral japonés (descubrí algo muy importante: que en Japón la existencia es la empresa, p. 124), la sumisión al sistema jerárquico y humillante del mundo laboral (era un nipón entre miles, a la vez esclavo y torpe verdugo de un sistema que sin duda no le gustaba pero que nunca denigraría, por debilidad y por falta de imaginación p. 133) el trato y la concepción de la mujer nipona (tremenda la descripción que realiza entre las páginas 71 y 79) o la rutina y la vacuidad de la vida de la mayoría de la población japonesa:


 ¿Y, fuera de la empresa, qué les esperaba a aquellos contables de cerebro lavado por los números? La cerveza obligatoria con colegas tan trepanados como ellos, horas de metro abarrotado, una esposa que ya duerme, el sueño que te aspira como el desagüe de un lavabo que se vacía, las escasas vacaciones en las que nadie sabe qué hacer: nada que merezca el nombre de vida (p. 125). 

Me llamó la atención una afirmación de Le Monde que decía que “ha conseguido el prodigio de gustar al mayor número de lectores”. Pese a que le reconozco algunas virtudes: su hilarante descripción de la sociedad nipona, su lucidez a la hora de la crítica, su habilidad para la caricatura y su crueldad al describir la jerarquía profesional, me ha interesado poco y me ha dejado más bien fría. Soy, por tanto, integrante de la minoría a la que no le ha acabado de gustar la novela. 


FRIVOLIDADES CULINARIAS. Merluza en salsa verde. 
En mi casa no suele gustar el pescado, así que me animé a buscar alguna manera de hacer la merluza que no fuera el socorrido rebozado con harina y huevo. Esta receta funcionó y se ha convertido en un clásico. Además se hace bastante rápido y es fácil de elaborar.



La base es una merluza de palangre que limpian en la pescadería, le quitan la raspa central y la cortan por la mitad a lo largo y luego en trozos.
En una cazuela ponemos un poco de aceite y cortamos un ajo en trocitos pequeños, cuando empieza a dorarse incorporamos una cucharilla de harina y revolvemos hasta que se diluye. Incorporamos un cacito de caldo de pescado (si no tenemos hecho, lo hacemos con agua y la mitad de una pastilla de caldo concentrado de pescado) y ponemos la merluza previamente salada (poca sal), gambas y almejas (si no se dispone de almejas, sin ellas no pasa nada). Se pone a fuego suave y se mueve de vez en cuando para evitar que se pegue, a media cocción (unos 15 minutos), añadimos guisantes de lata, espárragos, un huevo duro y espolvoreamos con perejil picado. Dejamos hacer otros 15 minutos y listo. Las referencias de tiempo son aproximadas, yo siempre lo hago a ojo, al final probar por si hace falta sal y corregir.

Excepto la portada del libro y la frivolidad culinaria que son de Laura Uve, el resto de imágenes están tomadas de google.

miércoles, 13 de marzo de 2013

SEARCHING FOR SUGAR MAN de Malik Bendjelloul (2012)



Rara vez me adentro, en este espacio, en el comentario de una película, mis opiniones sobre el cine que veo las dejo para el lateral. No sé de cine, simplemente soy una vulgar peliculera. Pero siempre hay algunas películas que me impulsan a arriesgarme y a escribir sobre ellas en este pasillo central. Es el caso de este documental que es como un capullo de seda que va creciendo con delicados hilos de seda y va construyendo un misterio bien guardado que, de pronto, emerge con toda su fuerza y, a la vez, con la ligereza de una bella mariposa de colores.











Supe de este documental por el blog de David Amorós. Tras leer su entrada
ya me quedé enganchada con la música de Rodríguez, pero ver el documental me ha dejado enganchada al cantante, a su persona. Acabe la película a punto de llorar de emoción, no lo hice porque lo que acababa de ver en la pantalla son emociones puras, auténticas, jamás melodramáticas. No se busca la fibra sensible del espectador. Emociona saber de la existencia de personas tan íntegras, tan capaces de vivir la vida a su medida y a la medida de su clase social, siendo un referente para quienes le rodean (hijas, compañeros de trabajo, productores musicales…). Emociona ver el valor del trabajo bien hecho sea en el campo que sea y la dignidad de ser eso, un trabajador, de la música o de la construcción. Emociona la sencillez con la que asimila los contratiempos, pero  también la suerte y la fortuna, sin cambiar su manera de ser y de vivir la vida.

I'll Slip Away.

  

Su música es magnífica, sus canciones poseen unas melodías conmovedoras y sus letras tienen un contenido político y comprometido con su comunidad (trabajadores/as pobres de Detroit, muchos de ell@s inmigrantes como el mismo o población negra). No sorprende, pese a lo difícil que resulta de explicar, que se convirtieran en la banda sonora de miles de personas en la Sudáfrica del apartheid.

Crucify your mind.

  

 El documental está muy bien hecho, descubre la figura de Rodríguez, su bella música y el paralelismo entre el duro y frío Detroit donde vive Rodríguez y la calidez de El Cabo, con unas puestas de sol y unas imágenes del mar absolutamente bellísimas.
No dejéis de ver el documental, escuchar su música y llenaros de la fuerza, para vivir, disfrutar y luchar, que desprende Sixto Rodríguez.

Imágenes y vídeos: google.

sábado, 9 de marzo de 2013

JAZZ, POESÍA, PALABRA… JOAN MARGARIT.

 El viernes pasado, 1 de marzo, asistí a un espectáculo llamado Paraula de Jazz para el que tenía entrada hacía muchos días. La sala es especial, una cava en la Plaza Real de Barcelona que funciona como club de jazz hace 53 años.









El espectáculo es sencillo, Perico Sambeat Trio (además de Sambeat al saxo alto, Rai Ferrer al contrabajo y Xavier Monge al piano) tocan su jazz en función de las necesidades estéticas de la lectura de los poemas. Estos tienen que ver con el jazz, con las vivencias personales de los poetas y, en definitiva, con la vida. No se me ocurre mejor manera de celebrar la vida que compendiar mi música favorita con la poesía y, en concreto, con un poeta al que admiro profundamente, Joan Margarit.


Tengo que confesar que no conocía a Pere Rovira y que me dejó encandilada. Ambos destilaban su poesía con pasión, verdad y belleza. Margarit tienen una fuerza extraordinaria en su poesía y en su manera de comunicarla.

Joan Margarit i Consarnau, nacido en Sanaüja (Lleida) en 1938, es poeta, arquitecto y catedrático jubilado de la Universidad Politécnica de Cataluña en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. 

Aprovecho la circunstancia de este Paraula de Jazz para comentar algunos de sus libros de poemas. 



JOAN MARGARIT, Misteriosamente feliz. 

El libro, en una edición bilingüe muy cuidada, tiene 177 páginas incluyendo las dedicatorias y 70 poemas que giran en torno a los caminos misteriosos e insospechados a través de los que se puede llegar a la felicidad, ese estado de ánimo que tanto deseamos y buscamos. Se define como poeta bilingüe en castellano y catalán. Desdeña las corrientes poéticas y considera que, fuera de la poesía, el hombre se encuentra a la intemperie, valorando al poeta como "el ser más realista, el más pragmático, porque bebe de la realidad. Lo que no es pragmático es la economía". 

Margarit en el poema Orden, escrito in memoriam de Ángel González, dice de este poeta: 
Así es para mí tu poesía:
un lugar limpio, bien iluminado. 

Me parece que su poesía comparte con González esa limpieza e iluminación que la hace real, clara y llena de emoción. 


Albert Watson, Nathalie.


  ¿Qué me dices?

 Con el amor y el sexo sólo hiciste
 lo único que un hombre sabe hacer:
 del mero amanecer, deducir paraísos.
 Humedad de vagina es cuanto un hombre
 alcanza a conocer del paraíso.
 El amor es también mi indiferencia.
 La salida del sol
 y el mar con su mosaico de oro y sangre
 no anuncian nunca nada.
 Dentro de ti, si alguna cosa canta
 jugando al corro oscuro de la muerte,
 son tus fracasos infantiles: Sol,
 solet, vine’m a veure que tinc fred. 



Albert Watson

El sentido último

 Hay niebla y es de noche. Desde el insomnio veo
 toda la oscuridad que está esperándome
 posada como un ave sobre lo que perdí.
 He abierto la ventana. Se disipa la niebla.
 No podría olvidar todo lo que te debo:
 el último sentido de la palabra amor.
 Brutal de tan exacto, el cielo de la noche. 


JOAN MARGARIT, Joana.

Joana, hija de Joan Margarit, murió a los treinta años. Este es el prólogo del estremecedor libro de poemas que le dedica su padre:


De lo que siento acerca del mañana, lo más parecido a una certeza es que Joana y yo no volveremos a vernos. Cuán distinta sería la vida si la muerte fuese a esperar muchos millones de años para podernos encontrar de nuevo, aunque fuese tan sólo durante unos breves instantes. Pero el abismo que nos separa es el abismo del nunca más. Los treinta años que hemos vivido juntos son ahora el único contrapeso y mi tesoro. Fue desde muy temprano una persona muy especial: por una parte –a causa de sus minusvalías, que le dejaban el amor como única herramienta para sobrevivir- era incapaz de rencor, de orgullo, de cualquiera de las más ínfimas señales de la maldad. Por otra parte, la pasión por la vida y su sensibilidad le permitían entender y utilizar todas las conexiones sentimentales con las personas. Ser su padre ha significado estar siempre junto a lo más delicado y bondadoso que puede ofrecer la vida. Esto no quiere decir que haya sido un tiempo sin dificultades, sufrimiento y ráfagas de desesperación, sobre todo hasta que la salud encontró el punto de equilibrio necesario dentro de sus déficits. No hay nada comparable a poder cuidar de una persona a la que se ama, pero es difícil encontrar a alguien como Joana con quien establecer unas relaciones a la vez de alegría y una ternura tan profundas que, al cabo de los años, ya no se sepa quién cuida a quién. El sentimiento que ahora me domina es el desamparo. 

 El mundo sin Joana se parece al que vivimos juntos, pero no es el mismo. Unas mínimas diferencias me ponen de manifiesto que las personas, los lugares, las cosas, no son las familiares. Me enfrento, pues, al terror más puro, cuando las cosas cotidianas no se reconocen y se vuelven amenazadoras. Por eso a veces lloramos, Mariona y yo, perdidos en el extraño paraje en el que nos ha abandonado la muerte de nuestra hija. El cuervo de Poe ya no dejará de repetir dentro de mí su eco Nevermore.

 A Joana le gustaba escucharme recitar sus poemas, los que durante estos años fui escribiendo para hablar de ella. Ahora le ofrezco este libro, que es, también, suyo, pero que nunca me oirá recitar. Son los poemas escritos durante sus ocho últimos meses. Necesito cerrar este tiempo para volver a encontrar, si es posible, la Joana de antes. Mientras se iba muriendo nos decía: Soy feliz. Y desde la muerte continúa haciéndonos sentir su consuelo. 
 Sant Just Desvern, septiembre del 2001 



JOAN MARGARIT, Casa de Misericòrdia

Dice el poeta, en el Epílogo de esta obra, que es muy importante la identificación de la poesía con la vida y la posibilidad de que la poesía sea tan solo una cuestión de intensidad. La intensidad se puede relacionar con el sentimiento y allí donde hay intensidad, puede haber poesía y por ello ésta tiene que ser exacta y concisa. Intensidad quiere decir, según Margarit, concentración. Por supuesto, esto no quiere decir que se excluya que el poema se entienda.
El título de este libro de 91 páginas es el del título de uno de los poemas que contiene y que el autor comenzó a concebir mientras visitaba una exposición sobre la Casa de Misericordia, donde se podían ver fotografías y documentos ligados a la historia de esta institución. Ante esta exposición el autor se puso a pensar en la dureza que puede llegar a alcanzar la vida de las personas y en los pocos recursos que tenemos para hacer frente a toda clase de pérdidas y fracasos.


Albert Watson

  L’equip de l’assassí

 Entre els desastres apilats como sacs,
 la vida m’ha deixat el teu amor.
 Tant se val el silenci de la nit,
 el cotxe negre que ha apagat els fars
 i el saxo que se sent, fluix, a la ràdio.
 El que ha de ser impecable és el dispar:
 perillós i certer. Com tu en la meva vida.

No creo que haga falta que reitere mi admiración por Joan Margarit y mi recomendación de su lectura. Disfruté mucho viéndolo a dos escasos metros puesto que estaba en la primera fila. La primera foto del Jamboree no es mía puesto que aparece mi cabeza, de cabello moreno y corto, en ella. Es una foto que he tomado del facebook del propio club de jazz. Buscando ilustrar la belleza con belleza me ha parecido que las fotos de Albert Watson acompañaban perfectamente los poemas elegidos.

Las fotos de A. Watson están tomadas de google. 

viernes, 8 de marzo de 2013

OCHO DE MARZO

MANIFIESTO  UNIPERSONAL
Soy mujer y me siento feliz 
de serlo...
Que mi sexo, y el género que la sociedad y la cultura me adjudican, no sea un límite...

CASEY BAUGH
Mujer…
alfabeto que abarca fugazmente el destino,
viaje que dibuja rutas a la deriva,
miradas perdidas en el tacto,
laberinto con itinerario rebelde de emociones,
retazos del espejismo de tu cuerpo,
risas que reconstruyen el dolor y lo amortiguan,
paréntesis que supera las dudas del futuro.

Ordena los renglones,
busca, en los puntos suspensivos, el por-venir.

Texto: Laura Uve

Otra manera de decirlo: VIRGINIE DESPENTES

Fotografía tomada de google.

martes, 5 de marzo de 2013

TERNURA QUE ME DESPIERTA EL HOMBRE...

 Anka Zhuravleva

La ternura que me despierta el hombre que piensa, que toma decisiones, que 

duda, el hombre que se arriesga a expresarlo públicamente; frente a mi 

indiferencia por el obediente, el correcto, el coherente, el que no busca ni 

buscó ni se mira ni se enfrenta. La ternura por el que decide amar, el que es 

capaz aún, por el hombre que se sienta a dialogar hondamente, que conoce la 

belleza y su sacudida, el que recuerda, decide recordar y el que enuncia, el 

hombre capaz de asumirse desnudo y a los gritos en medio de la calle y 

decirlo en voz alta. El hombre sucio, que suda, tiembla, se enoja, el que se 

desespera, el que todavía sufre desengaños, el que se conmueve, el que 

siente compasión y siente rabia, el generoso, el que se entrega en cueros 

transido de pudor a la muerte en el instante sexual, como entonces nosotros.

CRISTINA FALLARÁS, Últimos días en el Puesto del Este, p. 88.

Buscando la música de este texto, pensé que esté tema hacía un maridaje perfecto.   


BEN WEBSTER, Sophiscated Lady



Imagen y vídeo tomados de google.

sábado, 2 de marzo de 2013

Amor límite y asediado. CRISTINA FALLARÁS, Últimos días en el Puesto del Este.

En la librería Negra y Criminal, Pedro Zarraluki y Willy Uribe, presentaron el libro de Cristina Fallarás. 



No conocía a la autora y fui a la librería buscando otra novela y con la idea de compartir ese ambiente de los sábados con el vaso de tinto, las patatas chips y los mejillones. 

Tras escuchar la presentación del libro, mi interés por leerlo se disparó. Cuando lo compré y fui a que la autora me lo firmara, le comenté que me recordaba, por lo escuchado, a La carretera de Cormac McCarthy. Me dijo que sí, y que La carretera la leyó tras escribir la suya.

Últimos días en el Puesto del Este tiene 100 páginas, se trata de una novela breve. Su título hace referencia al espacio en el que se encuentran sitiados por una amenaza exterior, poco definida, un pequeño grupo de personas entre los que se encuentra una mujer que relata los últimos días en ese Puesto del Este.

Cristina Fallarás (Zaragoza, 1868) es periodista y escritora. 

El tema no es nuevo, el asedio de un grupo de personas por una amenaza exterior indefinida: gritos en la noche, uñas y ladridos de perros, sacrificios de quienes se han arriesgado a salir fuera, o la propia barbarie que se va instalando entre los asediados. Una mujer, la Polaca, vive en ese asedio y relata sus últimas diez noches mientras construye un relato de amor límite. La novela está escrita desde la poesía más dramática, la de una existencia al límite de las fuerzas que intenta batallar anclada en sus hijos (León y la pequeña) y en los recuerdos de la vida anterior al asedio.

Un FRAGMENTO hermoso, entre los muchos que hay, en tan exigua novela:


Sé que recuerdas mi ombligo, los huesos de las rodillas, el empeine. Sé que estás vivo y allá donde estés recuerdas el once de mi nuca, que aún sientes aquel hormigueo al pensar en mis pies, un pecado rojo puta en cada uña, mi pie entrando en tu boca, dios, ocupándola entera, arrancando el gemido bronco de mi centro vertido, derribada frente a tu larga figura en alto, una sacudida lumbar, el arco de la espalda subiendo hasta la línea de tu deseo, un deseo de sangre, tus labios feroces, tus dedos abriéndose paso, un enganche para alzar mi grito, una inyección de vida (p. 19). 

Una interesante novela.